Extensiones de marismas cuya profundidad en marea baja no exceda los seis metros, pantanos, superficies cubiertas de agua natural o artificial, permanente o temporal, estancada o corriente, dulce o salada, estos son los humedales. Así lo define el Convenio sobre Humedales o Ramsar, firmado el 2 de febrero de 1971 a orillas del Mar Caspio, en la ciudad iraní de Ramsar.

Desde entonces, el 2 de febrero de cada año se recuerda como el Día Internacional de los Humedales. Ecosistemas que actúan como reguladores de agua, fuente de suministro para grandes poblaciones y actividades agrícolas; como regulación del cambio climático global, a través del almacenamiento de una gran proporción del carbono fijado en la biosfera, gracias a que la vegetación predominante, los bofedales, actúan como almohadillas absorbentes, entre otras funciones primordiales en la estabilidad ecosistémica del planeta.

A fines de diciembre pasado, Fundación Eco Ciencia publicó el informe final de su Proyecto de valoración económica de humedales altoandinos, una investigación de siete meses en la que se establece la función de los humedales como un servicio ambiental, y a este se le atribuye un valor económico.

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Adriana Flachier, responsable del proyecto, explica que es bastante difícil asignarles una cifra a los “servicios” que presta la naturaleza, pero lo hicieron para concienciar sobre el importante trabajo que estos ecosistemas brindan.

En esa investigación se toman como puntos de estudio el sistema Oña-Nabón-Saraguro- Yacuambi, entre Azuay, Loja y Zamora Chinchipe, y el frente suroccidental de Tungurahua.

En la primera zona de estudio, de 218 hectáreas, ¿cuánto costaría una construcción artificial (reservorio) que regule el agua de los ríos? El documento informa que el costo sería de $ 696,9 miles por año, es decir, $ 3.196,8 por hectárea. Pero este es un trabajo que los humedales de páramo lo brindan gratis.

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En el mismo espacio, ¿cuánto costaría atrapar la misma cantidad de carbono que atrapan los suelos de almohadillas? Costaría $ 13.340,62 por hectárea, es decir, $ 2,9 millones. Servicio ambiental que estas sábanas verdes proporcionan también sin costos.

En la segunda área de estudio, de 1.971 hectáreas, en la provincia de Tungurahua, el valor económico del servicio ambiental de provisión de agua asciende a $ 196,4 miles por año; mientras que el servicio de almacenamiento del líquido llega a $ 6,5 millones, es decir, a $ 3.299,2 por hectárea.

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En casi 2.000 hectáreas de bofedales, ¿cuánto costaría igualar la retención de carbono? Ese servicio hasta ahora brindado por la naturaleza costaría $ 7.787,3 por hectárea. Un total de $ 15,3 millones, según el Proyecto de Fundación Eco Ciencia, que también realizó la comparación de la capacidad de absorción de agua y carbono de los humedales intervenidos y no intervenidos.

En las 11 provincias de la región Sierra se ubican 59 humedales altoandinos, 36 grandes sistemas y 23 asilados. Entre todos suman 661.309 hectáreas, considerando sus microcuencas de alimentación de agua.

Con tal cantidad de humedales y las óptimas funciones que poseen podría decirse que la cantidad de agua en los ríos es la indicada y que los niveles de dióxido de carbono son bastante bajos; sin embargo, estos ecosistemas altamente sensibles son más vulnerables a la degradación ambiental y a los efectos del cambio climático.

Flachier explica que estos ambientes sufren presiones a través de actividades invasivas como la ganadería, que compacta el suelo; la expansión de la frontera agrícola, que incluye drenajes, contaminación por químicos y la eliminación de desechos; la construcción de carreteras y represas, que influye en las funciones ecosistémicas y sociales de los humedales, entre otros factores.

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La investigación también compara la eficiencia de los entornos intervenidos y no intervenidos. El sistema no intervenido de Oña-Nabón-Saraguro- Yacuambi, en Loja, reflejó retener el 87,45% de humedad, en promedio. Mientras, un sitio intervenido por la ganadería, del frente suroccidental de Tungurahua, solo mantiene el 60,8% de humedad, en promedio, perdiéndose la capacidad de almacenamiento de agua.

Con la intención de llegar a las autoridades, reflejando el valor ambiental en dólares, Fundación Eco Ciencia, con el apoyo del Ministerio del Ambiente, la Universidad Técnica Particular de Loja y la Fundación Wetland International, exaltan estos complejos, diversos e importantes ecosistemas húmedos.

Reconocimiento
Según el sitio web del Ministerio del Ambiente, Ecuador tiene trece humedales reconocidos como Ramsar, es decir, de importancia internacional, entre estos están el Parque Nacional Cajas, en Azuay; el Parque Nacional Machalilla, en Manabí; la isla Santay, en Guayas; la Laguna de Cube, en Esmeraldas, entre otros.

Esta última, ubicada dentro de la Reserva Ecológica Mache Chindul, recibió el Premio Internacional de Humedales 2010 en la categoría Globo Verde: por mejores prácticas de restauración de humedales.

Este premio es un reconocimiento a la gestión de la Laguna de Cube y a sus pobladores, quienes llevan a cabo varias iniciativas para conservar este lugar tanto por sus características ecológicas como por sus valores hidrológicos.

La Laguna de Cube fue declarada como Sitio Ramsar en el año 2002, en el marco de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, y en sus alrededores habita una gran diversidad de plantas, aves, anfibios y reptiles. Además, en el área se constituye un reservorio natural de agua que permite controlar las inundaciones en tierras bajas.

En el sitio, las fundaciones Conservación Internacional, El Kaimán y Jatun Sacha, mediante la ejecución de varios proyectos de reforestación, educación, saneamiento ambiental y actividades de ecoturismo comunitario, intentan fortalecer la capacidad de organización de los habitantes de la zona.