El 30 de septiembre pasado, durante la rebelión policial, los medios privados debieron someterse a una cadena nacional liderada por la televisora oficialista Ecuador TV.

Ese día, el Gobierno enfrentó una prueba de fuego en comunicación y no la pasó, según Juan Carlos Solines, ex presidente del Consejo Nacional de Comunicación (Conatel).

A criterio de Solines, el medio público debe mantener independencia del poder.

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Enrique Arosemena, gerente de la empresa pública RTV Ecuador, considera que las críticas son “a veces por desconocimiento o por prejuicio”. “Tanto en medios privados como en los estatales, la agenda de Gobierno está presente porque el Presidente tiene un estilo que impone la agenda. Esa es una dinámica que funciona en todos los medios”, acotó.

César Ricaurte, director ejecutivo de Fundamedios, cree que a partir del 30 de septiembre se evidenció que los medios estatales son una sola cosa y no tres grupos como intenta clasificar el Gobierno (públicos, de Gobierno e incautados).

“La supuesta independencia no existe, tanto así que meses después del decreto que crea la empresa de medios públicos, se produjeron episodios en diario El Telégrafo: renuncias de directivos y creación del Periódico Popular (PP)”.

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Para Hernán León, consultor privado, no es problema que el Estado imponga la línea editorial, lo discutible es que casi una veintena de medios estén ubicados en la misma órbita de públicos, sin diferenciación alguna.

Pero César Herrera, otro consultor en comunicación, defiende el hecho de que el medio público “está haciendo un intento de abrirse a la ciudadanía”.