“Quiero que los padres y las madres miren hoy a sus hijas y les digan que una mujer puede ser presidenta de Brasil”, dijo Dilma Rousseff al ganar la presidencia del país, el 31 de octubre pasado. El actual presidente Luis Inácio Lula Da Silva la llevó desde el anonimato a la alta jefatura del Estado con 57 millones de votos, sin haber sido siquiera la candidata preferida de su partido, el Partido de los Trabajadores (PT).

De ahí que la primera mujer en llegar a la presidencia en la historia de Brasil, el 31 de octubre, cuando ganó la segunda vuelta, tuvo el gesto de humildad de pedir a su partido que no le impidiese gobernar. Lo dijo con lágrimas de emoción al agradecer el trabajo de los militantes, sabiendo que no era la candidata deseada del partido, sino la escogida por Lula.

Hija del inmigrante búlgaro Pedro Rousseff y de la profesora brasilera Dilma Coimbra, ingresó al PT apenas en el 2001. Ahí, Lula la conoció y descubrió que era una entusiasta de la eficiencia en la gestión, apasionada por los números, los informes sobre los proyectos y el deseo de que no se queden en publicidad, sino que se concreten. Entonces la nombró en el 2003 Ministra de Energía, cargo que ocupó durante dos años hasta el 21 de junio del 2005, cuando fue nombrada Jefa del Gabinete y se convirtió en la mano derecha de Lula.

Publicidad

Fue entonces también cuando el presidente Lula comenzó a pensar en su candidatura y ni siquiera se echó atrás en esa idea por el hecho de que en abril del 2009 a su “delfina” le diagnosticaran un cáncer linfático. Después de un tratamiento de quimioterapia y la extirpación de un tumor, la enfermedad ha remitido.

De clase media alta, Dilma, de 63 años recién cumplidos, ha confesado que tuvo una niñez feliz, protegida por padres amorosos. Pero su vida dio un vuelco en su juventud, cuando integró el movimiento de resistencia contra la dictadura brasileña de los años sesenta, actuando primero en la organización de izquierda Política Operaria y posteriormente en uno de los más importantes grupos guerrilleros de la época, Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares.

Fue detenida en 1970 y estuvo presa tres años, durante los cuales fue torturada. Se la llamó la ‘Juana de Arco de la Guerrilla’, debido a su gran importancia dentro de la organización; se decía que era una de los “cerebros” de la misma. A finales de los setenta se casó con Carlos n Paixão de Araujo, compañero de guerrilla, con quien tuvo a Paula, su única hija, que ya le dio un nieto.

Publicidad

La justicia militar brasileña publicó este año los 16 volúmenes de documentos que narran el proceso contra la entonces guerrillera marxista-leninista Dilma Rousseff. En ellos, se la presenta como una figura importante del movimiento, que habría tenido un papel de liderazgo en la “asesoría de asalto a bancos”.

En un interrogatorio llevado a cabo el 26 de febrero de 1970, se dice que ella, “bajo intensa tortura”, citó nombres de compañeros, indicó lugares de reuniones y admitió que una de las organizaciones de las que formaba parte, la Colina, realizó por lo menos tres asaltos a bancos y un atentado con bomba. Declaró, sin embargo, que ni ella ni su marido participaron activamente en dichas acciones. Rousseff cuenta que una de sus funciones era organizar células de militantes y distribuir dinero a los grupos subversivos.

Publicidad

En mayo del 2008, la entonces ministra Rousseff, acusada en el Senado por haber mentido en los interrogatorios de los militares, afirmó airada: “Yo tenía entonces 19 años. Estuve tres años en la cárcel y fui bárbaramente torturada. Estoy orgullosa de haber mentido entonces porque mentir bajo tortura no es nada fácil”.

La Mandataria electa que asumirá el poder el próximo 1 de enero, es consciente de que a pesar de haber descubierto durante la campaña el gusto por sentir de cerca el calor humano de la gente sencilla, nunca podrá tener la empatía natural que Lula tuvo con los más pobres. “Para ser presidente no hace falta ser una personalidad”, ha dicho Rousseff.

“Sé que hay muchas expectativas sobre nuestro gobierno. Sé de la responsabilidad de suceder a un gobernante del nivel del presidente Lula”, también ha manifestado la Mandataria electa, quien se ha comprometido a hacer un gobierno de continuidad y a “honrar” el trabajo de Lula, el presidente más popular de la historia de Brasil, el que ha conseguido colocarlo como octava potencia del mundo y sacar de la pobreza a millones de brasileños.

“La tarea de sucederle (a Lula) es difícil y representa un desafío, pero sabré honrar esta herencia y ampliar su trabajo”, ha prometido. Sin embargo, la pobreza aún golpea a 30 millones de brasileños de un total de 193 millones y hace de Brasil, a pesar de sus grandes avances macroeconómicos, uno de los países con mayor desigualdad social del mundo.

Publicidad

Dilma, como la conocen los brasileños, mantiene la lucha contra la pobreza y la estabilidad económica como sus prioridades, además de un compromiso con los derechos fundamentales y la igualdad entre hombres y mujeres.

La incógnita sobre si la ex guerrillera será o no presidenta de un gobierno en la sombra de Lula comienza a despejarse, pues ella ya ha comenzado a marcar distancias.

La revista Veja, de gran peso en la opinión pública de Brasil, no ha dejado de aplaudir la afirmación rotunda de la Presidenta electa de que luchará para defender “la más estricta libertad de expresión”. Veja comenta que Dilma “no podía comenzar mejor”.

La publicación se refería a las pretensiones del grupo más radical del PT de crear mecanismos para controlar el contenido de los medios de comunicación. Rousseff se ha distanciado de esta pretensión, y del propio Lula, que siempre se sintió incómodo con la crítica. Rousseff ha repetido varias veces que prefiere “el ruido de los periódicos al silencio de la información de las dictaduras”.