Pensamos que perdonar es muy sencillo. Tan sencillo que nos olvidamos de hacerlo y solo lo recordamos cuando enfrentamos un momento difícil.

En Navidad se nos recuerda que es tiempo de hacer las paces, con el mundo, con Dios y con uno mismo. Porque el pasar de un año a otro es mejor que se haga sin cargas encima.

La orientadora familiar Carla Ponce indica que pedir perdón cuesta mucho, porque es muy duro decir lo que tenemos guardado y que se recuerda una y otra vez. Según la especialista, para poder perdonar se debe pasar tres niveles: Dios, el mundo y uno mismo.

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 “Para los creyentes, a veces culpamos a Dios de lo que nos pasa, no encontrar un trabajo, una enfermedad, una desgracia familiar, y no es así, las cosas siempre pasan por algo y Dios no es culpable de nuestros errores”, enfatizó.

La especialista señala que si la pelea es con un familiar, se debe ver el lado positivo de las cosas, darse cuenta de que si hay posibilidades que decir lo que siente, hay la posibilidad de que surjan cosas buenas.

“Somos nosotros los que decidimos lo que hacemos con nuestra vida, no somos meras marionetas. Y si algo sucede, es posible que sea para nuestro bien”, dijo Ponce.

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Peleado con el mundo
Perdonar al mundo es intentar ver el lado bueno de las personas. Saber que las personas fallan, son humanas y como nosotros, tienen todo el derecho a equivocarse.

No podemos dar por hecho nada, porque no estamos en el pellejo de los demás y no sabemos lo que ocurre en sus vidas. Incluso, los más cercanos son personas diferentes a nosotros.

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Tienen mucho que aportarnos y podemos aprender mucho si no los encasillamos. Y es bueno que tengan puntos de vista distintos a los nuestros. Es bueno que haya personas con distintos valores, distintas ideas, siempre que recordemos lo que nos une y no tanto lo que nos separa.

Perdonarse a sí mismo
Solemos ser muy duros con nosotros mismos, nos juzgamos con mucha dureza y somos implacables con nuestros fallos. El motivo es simple el orgullo.

Pensamos que todo lo que hacemos está bien y si, como es normal, nos equivocamos, nuestra conciencia nos lo recuerda una y otra vez. Llegamos a ser incluso crueles con nosotros mismos y aparecen así complejos y complejos.

No nos aceptamos como somos. Parece que pedirse perdón a uno mismo es lo más absurdo que existe, y sin embargo, es necesario.

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Antes de culminar este año, realice un pequeño examen, analice todo lo que ha realizado. No lo comparta con nadie, es algo personal que ayudará a darse cuenta de los errores que ha cometido y así empezar un nuevo año perdonando.