Hay personas que parecen confundir la pobreza con la desigualdad de ingresos. Esta confusión suele resultar en políticas públicas que promueven la redistribución de ingresos en desmedro de la reducción de pobreza.

No hay una relación clara entre el grado de concentración de ingresos y la riqueza o la pobreza. Por ejemplo, entre el grupo de sociedades con bajos niveles de desigualdad de ingresos se encuentran países pobres y ricos como Etiopía y Noruega. Entre el grupo de sociedades con niveles altos de desigualdad de ingresos también encontramos países pobres y ricos como Ghana y Estados Unidos.

La riqueza no está dada, hay que crearla y se ha incrementado de manera impresionante. De acuerdo al Banco Mundial, 730 millones de personas menos vivían en pobreza extrema (menos de $ 1,25 al día) en 2009 que en 1981 a pesar de que la población aumentó en 2.000 millones durante el mismo periodo. Y algo que sí sabemos es que el crecimiento económico está correlacionado con la reducción de la pobreza. Un estudio de países de bajos ingresos mostró que cada punto de porcentaje adicional de crecimiento reducía la pobreza extrema en 2,4 puntos porcentuales.

En el caso de Ecuador, el objetivo principal de este Gobierno ha sido la redistribución del ingreso. De acuerdo a un estudio de Juan Ponce y Alberto Acosta de la Flacso, entre 2006-2009 ha habido un estancamiento en los niveles de reducción de pobreza. Los datos de los autores muestran que los gobiernos anteriores redujeron la pobreza entre 2003 y 2006 de 49,1% a 37,4% y la pobreza extrema de 26,8% a 16,8%. Los autores indican que incluso observando la pobreza de acuerdo al indicador alternativo de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), también se percibe una desaceleración en la reducción.

El Centro de Análisis e Investigación de Políticas Públicas de Quito calcula que 1’366.937 ecuatorianos dejaron de ser pobres entre 2003 y 2006 mientras que entre 2007 y 2010 solamente 352.472 personas dejaron la pobreza. En el periodo prerrevolución ciudadana analizado, un promedio de 455.000 personas dejaban de ser pobres al año. Durante la revolución ese promedio se ha reducido a 88.110 personas al año, es decir, un 80% menos. En indigencia la comparación es similar: antes el promedio de personas que dejaban la indigencia era de 387.000 personas al año, ahora solo 27.290 lo hacen, un 93% menos al año.

Aún después de presentar resultados que ellos consideran negativos en reducción de pobreza, desempleo y desigualdad de ingresos, Acosta y Ponce se niegan a reevaluar su modelo, el cual tiene como objetivo la igualdad.

Un ejemplo extremo de buscar la igualdad de ingresos fue la China de Mao. El ingreso promedio en 1961 era igual que el de 1913. Solamente cuando se dejó a un lado la búsqueda de la igualdad de ingresos y se concentraron en la reducción de la pobreza mediante políticas pro crecimiento fue que China logró reducir su pobreza de 98% en 1981 a 36% en 2005 y la indigencia de 85% a 15%, todo esto mientras se aumentó considerablemente la desigualdad de ingresos. Algunos economistas podrán menospreciar ese progreso pero los chinos que hoy pueden comprar leche, carne y medicinas para sus hijos, seguramente lo valoran por encima de la igualdad.