Sus vidas son como una de esas coplas ancestrales que se transmitieron con la oralidad, de generación en generación. De tez trigueña, canela o blanca, andan a lomo de caballo o de burro, acompañados de un machete, y nacieron en el campo. Dicen ser montubios y estar orgullosos de serlo.

Y por ello es así como quieren que los identifiquen, enfatiza Denis Quinto, un agricultor de 37 años del cantón Santa Lucía (Guayas), hijo de padres y abuelos montubios, recalca.

Cuando se vive en el campo ese orgullo de ser montubio aflora con libertad, aunque Quinto reconoce que los que han salido a la ciudad se avergüenzan de sus orígenes.

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Campesinos agricultores, con costumbres y tradiciones como los cuentos, las leyendas, las chanzas, los amorfinos, los rodeos y las fiestas, donde no faltan el pasacalle y la guaraca, ese es el montubio, afirma.

En el cantón Palenque (Los Ríos), cerca de una estación de caballos, Gustavo Chévez, de 42 años, también refleja el orgullo montubio. Su piel canela contrasta con la de los hermanos Ítalo y Adán Hinostroza, de 27 y 35 años, respectivamente, de piel blanca y ojos claros.

Reconocen que son también el producto de la mezcla de varias etnias, no obstante, han logrado conseguir una identidad basada en su cultura y costumbres y que con una campaña para participar en el censo del próximo domingo esperan demostrar que son un importante número en el país, refiere Luis Alvarado, dirigente montubio.

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“Es una cultura, no una etnia como la indígena, son producto de un mestizaje denso”, refiere el historiador Ángel Hidalgo.

Con él concuerda la también historiadora Jenny Estrada, miembro de la Academia de Historia del Ecuador. Ella refiere que la raíz antropológica de los montubios proviene de tres grandes vertientes: el blanco español, el negro africano y el aborigen descendiente de los cayapa-colorado, asentados en la cuenca del Guayas.

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Agrega que a esta primera conformación étnica se debe añadir el indígena de la serranía, que huyendo del maltrato se refugió en las selvas del Litoral, y el mestizo serrano, que al producirse la crisis de los obrajes buscó trabajo en la Costa. A fines del siglo XVIII, la entidad montubia empezó a distinguirse como una cultura.

Hidalgo añade que por 1808, el británico W. B. Sevenson es el primero en identificar a este grupo como montubios en sus estudios, y refiere que están en el Litoral interior, desde Manabí hasta el Golfo de Guayaquil.

Alvarado dice que se desconoce el número exacto de montubios, por ello esperan que el censo proporcione esa cifra. En Guayas tienen presencia en 19 de los 25 cantones, mayoritariamente en Salitre, Santa Lucía, Colimes, Nobol, Daule, Balzar o Palestina, sostiene.

Gustavo Aguirre, dirigente del movimiento montubio de Los Ríos, comenta que están presentes en 480 comunidades de esa provincia y que en Vinces, Palenque, Baba, Quinsaloma, Mocache, Ventanas es donde se registra mayor concentración.

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Los habitantes del caserío La Loma de los Negritos, en Vinces, también quieren reconocimiento. Allí, Hermio Peralta Zambrano, de 72 años; su esposa, Lorenza Muñoz, de 63, y sus cinco hijos esperan el censo para registrarse como montubios, aunque reconocen que en las reuniones familiares los amorfinos y la música montubia son desplazados por el reggaetón.