Noche y en una esquina cualquiera, unos amigos comparten tragos, penas y risas al son de un bolero rocolero: “Nací parrandero, bohemio y galán, / Mi vida es alegre, yo soy bien bacán / Me gusta el buen vino, la vida bohemia...”.

Disfrutan de uno de los temas más emblemáticos del cantante y compositor Roberto Calero Piedrahita, quien hace 67 años nació en Vinces. “Yo heredé el canto porque mi familia traía la música en la sangre”, afirma Calero, y cuenta que su abuelo, Emilio Piedrahíta, escribió el legendario pasillo Ojos que matan, una de cuyas estrofas dice: “Enciende la marihuana y acábame de matar”.

Empezó cantando música nacional en veladas escolares y colegiales, pero fue a sus 22 años que en Quevedo, representando a Vinces, triunfó en el Festival Interprovincial de Cantantes Aficionados del Ecuador. Entonces fue invitado a cantar al programa ‘La Sorpresa Radial de las 11’, de radio Cristal, y “cuando don Armando Romero preguntó: ¿Lo dejamos ir? El público contestó: ¡Nooo! Eso fue hace 45 años. Así fue mi inicio profesional”, recuerda El Payador de Vinces, apelativo que le impuso Romero Rodas.

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Para triunfar se vino a vivir a Guayaquil, donde grabó sus discos de música nacional hasta que empezó a imponerse la música rocolera, que venía del Perú. “Entonces los que cantábamos pasillos para poder competir tuvimos obligadamente que hacer boleros rocoleros”, explica. Calero ha grabado 50 discos de 45 revoluciones, 12 elepés y 16 CD, en dichos discos constan 110 composiciones propias. Hace 35 años empezó a participar en festivales internacionales de la rocola para latinos de Estados Unidos, Canadá, etcétera. Cantaba junto a Lucho Barrios, Pedrito Otiniano, Alci Acosta, Rodolfo, Daniel Santos, Orlando Contreras, Tito Cortez, entre otros. Dice que aún se organizan esos festivales pero desde que el país se dolarizó ya no es necesario viajar “porque aquí nos pagan mejor y uno está cerca de su familia”.

Sobre su manera de componer confiesa: “Mis canciones tienen un poquito de ajicito y pimientita, como el aliño, para que al que le guste tomarse su traguito no solamente llore en la cantina del despecho sino que también sonría”.

¿Cree que la música rocolera es marginal?, indago, y Calero responde: “No, es la expresión y el sentimiento de nuestro pueblo. Muchos políticos quisieran ser cantantes para ganarse los aplausos y los votos del pueblo. Los rocoleros somos los embajadores de la cultura popular. Ten presente que cuando pase algún tiempo, el bolero rocolero tendrá que vestirse de frac, así como lo hizo el tango arrabalero”.

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Cuenta que por mucho tiempo fue mujeriego y parrandero, pero hace 5 años su vida cambió. Fue cuando conoció a Mery García –su mandarina y actual pareja–. “Entonces mis amigos bohemios decían: Ya no lo llamen porque ese man es mandarina. Yo en lugar de ponerme bravo, escribí la canción El Mandarina”, cuenta Roberto Calero con su característico buen humor. Aun así, cuando se sube al escenario continúa cantando: Tarjeta roja, El borracho del salón, Mil botellas, Perdido por tu culpa, Compadécete de mí, Así son los borrachos, etcétera.

Noche y en una esquina cualquiera, los amigos continúan compartiendo tragos, penas y risas al son de: “Me dicen el mandarina / Y que mi mujer me manda / Ya no salgo ni a la esquina / Ni me voy a la parranda / Por donde quiera se comenta / Que me tiene dominado / Pero no se han dado cuenta / Que estoy muy enamorado”.

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