Poco antes de las diez de la mañana, el presidente Rafael Correa llegó
al epicentro de la sublevación policial. Un recuento de las decisiones
y hechos que se registraron en las trece horas siguientes.

09:45. Tras un fallido intento, el presidente Rafael Correa, con su bastón de apoyo por la rodilla operada, vuelve al Regimiento Quito Nº 1, junto a su escolta y el ministro del Interior, Gustavo Jalkh. Camina con dificultad entre la turba. Una mujer lo llama mentiroso. Correa le contesta que nadie ha hecho tanto como él por la Policía y sigue.

La tropa grita: “Correa, te jodiste, con la Policía te metiste”, pero él avanza hasta el segundo piso de un edificio. Con Jalkh se asoma por la ventana y habla a los policías con un micrófono. “Créanme. De cualquier institución esperaba algo así, menos de la Policía”, les dice. “Recuerden cuánto ganaba un pobre policía antes de nuestro Gobierno, compañeros (...), 250 dólares, se les han duplicado los sueldos (...)”. Los policías le interrumpen. “Eso hizo Lucio, eso hizo Lucio”, le gritan. Correa se molesta. Sigue su discurso, pero recibe pifias.

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10:00. En los exteriores de la Asamblea, Rosana Alvarado (PAIS) reclama a miembros de la escolta Legislativa porque le impiden el ingreso. Dice que a Gilmar Gutiérrez (SP) no le hicieron problema. Llega Pedro de la Cruz (reconciliado con PAIS) y también se queja. En su vehículo Nissan Patrol, Irina Cabezas, presidenta (e) de la Asamblea, tampoco puede entrar.

Los ánimos se caldean en el Regimiento Quito. Siguen los gritos contra Correa. Visiblemente molesto, el Presidente les increpa: “Señores, si quieren matar al Presidente (se abre el cuello de la camisa), aquí está, mátenlo si les da la gana (…), si quieren destruir la patria, destrúyanla, pero este Presidente no dará ni un paso atrás”, culmina. “Deroga la ley”, le gritan repetidas veces los policías.

A los diez minutos, el Mandatario busca salir del cuartel. La multitud lo rodea. Con unos diez miembros de su seguridad intenta sin éxito caminar hasta un patrullero. Los gases lacrimógenos llenan de humo el sitio. “Tratamos de buscarle una evacuación justa, de acuerdo a su invalidez. Fuimos recibidos con golpes de puño o palo. Antes de llegar a la puerta botaron más bombas. Todos (los de la escolta) salimos porque no teníamos máscaras, solo el Presidente y el jefe de seguridad”, cuenta uno de sus guardias, Alexis Cifuentes.

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“Regreso y veo que (Correa) tenía la máscara (antigases) en la cabeza. Voy y se la pongo. Allí escucho: ‘Cójanle al Presidente, sáquenle la p..., patéenle”, añade Cifuentes. Un hombre con el rostro cubierto intenta quitarle la máscara y otro busca patearle la rodilla derecha.

A las diez y veinte, una bomba lacrimógena casi le golpea el rostro. Francisco Latorre, asesor presidencial, la retira con la mano bruscamente y el artefacto cae sobre Édgar Andrade, el Jefe de Seguridad, quien pese al impacto se repone y ayuda a movilizarlo hasta el Hospital de la Policía que está cerca.

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En Carondelet se sigue la situación por televisión. La ministra coordinadora de la Política, Doris Soliz, suspende una reunión con los gobernadores del país o sus delegados.

10:30. En los exteriores de la Asamblea, César Rodríguez (PAIS) reclama porque no logra entrar. A pocos metros de allí, Irina Cabezas es retirada por miembros de su seguridad y con los legisladores Lídice Larrea, Pamela Falconí y Jaime Abril permanece en la oficina de la Corporación Vida para Quito, cerca de la Avenida Occidental, pues el alcalde Augusto Barrera le facilitó las instalaciones. Allí piensa en convocar a una asamblea extraordinaria para analizar la crisis. Barrera pone a su disposición las instalaciones del Centro Cultural Itchimbía para ello. Pero la idea no prospera.

Mientras tanto, los jefes de bloque de la oposición, excepto César Montúfar (MCN) y Leonardo Viteri (PSC), se reúnen en un hotel y siguen los acontecimientos por televisión. Enrique Herrería (MC) dice que así evitaron que su presencia genere discordia y también que fue por seguridad.

En Carondelet, los ministros de Seguridad, Miguel Carvajal, y de Relaciones Laborales, Richard Espinosa, hablan a la prensa. Carvajal advierte que hay desinformación sobre el contenido de la Ley de Servicio Público y que la situación en el RQ Nº 1 se debe a malos entendidos de quienes intentan “lucrar políticamente”.

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El ministro Jalkh permanece en el RQ Nº 1 y conversa con algunos sublevados. “Mi escolta diseñó después un operativo para ser trasladado al GOE, porque mi seguridad en el interior del cuartel policial corría serio peligro”, comenta él.

Son casi las once. Afuera de la Asamblea, Pedro de la Cruz, empujado por sus asesores, trepa por la cerca; luego lo hacen los oficialistas Rosana Alvarado, Paco Velasco, Mary Verduga. Hay disturbios, golpes, insultos y bombas lacrimógenas.

11:00. Se registran los primeros saqueos en Guayaquil. En el resto de ciudades también hay incidentes y bloqueo de vías.

En el Hospital de la Policía, el Mandatario deja el área de Emergencias y es llevado a la Sala de Oficiales, en el tercer piso, habitación 325. Desde la ventana observa lo que pasa en la calle. Mientras tanto, los militares que están en la pista del aeropuerto de Quito colocan un generador de energía para ver televisión. Les informan que el ministro de Defensa, Javier Ponce, quiere dialogar con ellos con la condición de que no esté la prensa, pero se niegan.

En Carondelet, un grupo de soldados se prepara para proteger el Palacio. En tanto, los ministros empiezan a trabajar en la coordinación de operaciones para resguardar la seguridad de Correa, la movilización ciudadana y en el fortalecimiento político interno.

A las once y treinta, personal policial que estaba en la Asamblea corta las comunicaciones. Se pierde el servicio de telefonía fija, internet y hasta los celulares tienen interferencias, según Julia Ortega, directora de comunicación del Legislativo.

12:00. Desde el hospital, Correa dice a un medio oficial que está secuestrado y culpa a Lucio Gutiérrez de intentar el Golpe de Estado. En esos instantes, en Carondelet, Soliz, Carvajal, y el ministro de Telecomunicaciones, Jaime Guerrero, se reúnen con el secretario jurídico, Alexis Mera, y el de Comunicación, Fernando Alvarado. Encargan al canciller Ricardo Patiño, al secretario de Ecorae, Carlos Viteri; y al ministro de Sectores Estratégicos, Jorge Glas, organizar a la gente (entre ellos empleados públicos) que se congrega de a poco en la Plaza Grande.

Afuera de la Asamblea, Marisol Peñafiel (PAIS) intenta ingresar trepando las rejas y cuando ya las cruza recibe una descarga de gas pimienta en el rostro y cuerpo, lanzada por un uniformado. Cae al piso. Sus coidearios la llevan hasta el dispensario y la socorre Leonardo Viteri (PSC), quien es médico.

En el GOE, a Jalkh le alertan que la seguridad de Correa puede ser vulnerada en el hospital. Diseña un plan y se decide trasladar a Correa a la habitación 302. En la Plaza Grande ya hay unas 1.000 personas de PAIS y simpatizantes.

Cerca de las doce y treinta, el coronel Luis Castro, comandante de la Brigada Patria, de Latacunga, recibe una orden del general Hegel Peñaherrera, comandante de la Fuerza de Tarea 4, para que se encargue de alistar un posible rescate de Correa. Se llama a 700 hombres.

13:00. Comida y agua llegan a los militares que están en la pista del aeropuerto y ocupan ya el Ala 11, donde se guarda el helicóptero presidencial.

En tanto, desde la Presidencia se emite a los medios audiovisuales una orden de enlazarse a la señal del canal público Ecuador TV, desde donde los funcionarios del Gobierno dan declaraciones constantemente.

Antes de las dos de la tarde, Alexis Mera anuncia a la prensa que se decreta el estado de excepción en el país. Cuenta que el Presidente lo firmó electrónicamente. En el Consejo Nacional Electoral (CNE), a su vez, se realiza una rueda de prensa de la Asamblea para respaldar al Gobierno. Irina Cabezas dice que salió de la Corporación Vida para Quito, donde estaba, hacia el CNE, porque su seguridad escuchó que sublevados querían localizarla.

14:00. Tras declararse el estado de excepción, que dispone que las FF.AA ejecuten un plan de contingencia para garantizar la seguridad interna, pero no señala una censura previa en la información de los medios de comunicación, en el Gobierno se empieza a fraguar el rescate de Correa. Los ministros Carvajal, Ponce y Jalkh (este último desde el GOE), inician las gestiones para el operativo.

“Vayamos juntos a rescatar al Presidente al hospital”, grita en esos momentos Patiño desde el balcón de Carondelet a los simpatizantes congregados.

Media hora después, Ernesto González, jefe del Comando Conjunto de las FF.AA, junto a la cúpula militar, ratifica el apoyo al orden constitucional. “Solicitamos encarecidamente que la ley (de Servicio Público) sea revisada o dejada sin efecto para que el personal de servidores públicos, militares y policías no vean afectados sus derechos”, expresa también.

15:15. Patiño llega al Hospital de la Policía acompañado de los asambleístas César Rodríguez y Gabriel Rivera. Entran a la fuerza, entre el ataque de los sublevados. “Patiño decía: ‘¿Cuál es el hombre para desafiar a todos?’. Los policías estaban molestos”, cuenta Marcelo Echeverría, subjefe de la Unidad de Vigilancia de la Policía, en su versión a la Fiscalía. Aparece después la ex directora del Penal García Moreno, Itania Villarreal. Se presenta ante los médicos como mediadora y veedora ciudadana e ingresa sin problemas.

En el palacio legislativo, los asambleístas han logrado entrar. Los jefes de bloque de la oposición se reúnen en el sexto piso, en la Comisión de Participación Ciudadana; mientras que desde Saragoza (España), el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, habla vía celular con Irina Cabezas y dispone que mientras Correa no sea liberado no se hagan acuerdos con la Policía.

Dos helicópteros del Ejército sobrevuelan la zona del hospital para filmar las ubicaciones de los policías, cuántos son y las armas que tienen.

16:30. Asambleístas de la oposición, en rueda prensa, plantean la amnistía para los sublevados, que la Asamblea se ratifique en el proyecto de Ley de Servicio Público como estaba antes del veto presidencial y el archivo de la Ley de Finanzas Públicas. Enrique Herrería (MC) afirma que eso buscaba garantizar el pedido del Jefe del Comando Conjunto de que se revise la ley, y creaba las condiciones de pacificación porque los insubordinados iban a tener una esperanza de no ser sancionados, pues hasta ese momento no había víctimas.

En el hospital, Euclides Mantilla, (entonces) inspector General de la Policía, ingresa a la habitación de Correa. El Mandatario recibe también dos comitivas de policías. En el Colegio Militar, mientras tanto, ya están concentradas tropas militares para el rescate.

17:00. Mantilla junto al sargento Marco García se dirige a los sublevados fuera del hospital: “El Presidente ya va a revisar la ley. Las compensaciones van a estar mucho más consensuadas (...) Por favor, les pido, vamos a nuestros cuarteles a demostrar lo profesionales que somos”, dice. En respuesta recibe silbidos y un “¡Nooo!”. Adentro, se pasean policías con camisetas como pasamontañas y hablan entre sí con radios.

En la Base Aérea, el ministro Ponce se reúne con cuatro suboficiales que le presentan un listado de demandas. Acceden a hablar sin prensa tras la mediación de Leonardo Barreiro, comandante de la FAE. Quieren que Ponce firme un compromiso, pero él no acepta.

En la Asamblea, media hora después, Irina Cabezas y Rolando Panchana, segundo vicepresidente, se reúnen con los jefes de bloque. Dicen que Correa está secuestrado y la oposición reitera el pedido de amnistía. Cabezas les dice que no hay garantías, y por lo tanto se suspende la sesión del pleno.

Antes de las seis de la tarde, en el hospital se escucha en las radios de los policías: “Compañeros, depongan la medida”. Se cuenta que hubo una negociación favorable y que el Presidente firmará un documento. Un policía encapuchado busca que la prensa registre la firma del supuesto acuerdo, pero no hay respuesta.

Afuera, en tanto, un oficial comunica a los sublevados que se alisten para la salida del Presidente con una calle de honor. “Pero Correa dice que no quiere irse por la avenida Occidental, sino por la Mariana de Jesús, para encontrarse con sus simpatizantes”, cuenta uno de los uniformados presentes.

18:00. Un grupo de personas llega a Ecuador TV. Forcejea la entrada, rompe las puertas de vidrio, grita: “Libertad de expresión” y llegan hasta el set.

En Carondelet se organiza la logística para la llegada del Presidente. Una pantalla gigante y varios parlantes se colocan.

Transcurre media hora y los uniformados que forman la calle de honor afuera del hospital cantan el himno a la Policía a la espera de que salga Correa. Se canta tres veces, pero él no sale. (Días después, Jalkh cuenta que según datos de Inteligencia en esa calle de honor había policías arrepentidos y otros que no, por lo que se temía una emboscada contra el Presidente).

19:00. La ministra Soliz llega al hospital y habla con Correa. Quería acompañarlo a salir.

Unos veinte minutos después, un comando de unos 40 uniformados del GOE llega al lugar. Se hace paso entre decenas de periodistas y con ellos ingresan funcionarios, entre ellos, Irina Cabezas.

Desde otro sitio, el Comando Conjunto aprueba el plan de rescate. Luis Castro, comandante a cargo del operativo, resuelve aplicar el factor sorpresa. Dice que los policías estaban al tanto del movimiento de los tanques y pensaban que el rescate se haría más tarde. Además, había indicios de que el Presidente sería trasladado a un cuartel en la Mitad del Mundo o a un sitio clandestino.

A las ocho y treinta, del Colegio Militar Eloy Alfaro salen vehículos militares con rumbo a la avenida Mariana de Jesús.

Los policías de la calle de honor se enteran y hablan de evitar un enfrentamiento. “Vamos a quedar como los malos”, comenta un uniformado, por lo que un grupo acuerda retirarse y otro quedarse. En la ida se enfrentan con simpatizantes de PAIS y luego con miembros del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) que llegan e intenta entrar al hospital.

Sobre la Mariana de Jesús desfila ya una decena de camiones militares. Se escucha la primera ráfaga de disparos. El grupo del GIR aprovecha el tiroteo, forma un solo escudo y entra a la casa de salud. Periodistas que están en la calle escuchan que disparan contra los militares desde lo alto.

Los que están adentro se refugian en un auditorio y otros se echan al suelo, mientras los invaden los gases lacrimógenos.

Unos 20 comandos del GOE salen de la habitación de Correa. “¡Están disparando a nuestros compañeros!”, grita uno y bajan con sus fusiles. Otros hacen un primer intento por sacar a Correa, pero lo llevan al área de Neonatología. Aparecen miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) del Ejército. Afuera caen los primeros heridos. Unos logran ser rescatados por una ambulancia.

21:00. Correa sale en silla de ruedas y con una mascarilla; es escoltado por el GOE y el GIR hacia la sala de emergencia, en el primer piso, donde lo espera un vehículo blindado. Se apagan las luces y lo suben. El cruce de balas sigue. Uniformados de élite policial se colocan alrededor del vehículo. Cuando salen por la avenida Mariana de Jesús, una bala impacta a Froilán Jiménez, del GIR, quien cae.

Tras la salida del presidente Correa, la balacera se intensifica. A Jalkh, quien sigue en el tercer piso del hospital, su equipo de seguridad lo lleva hasta un auditorio. A los quince minutos, asoman seis militares en el tercer piso. ¿Dónde está el Presidente?, preguntan. Un reportero les dice que el GOE lo ha sacado y ellos se van.

A las nueve con cuarenta y tres minutos Correa llega a Carondelet y da un discurso ante cientos de personas. Pasadas las diez de la noche terminan los disparos fuera del hospital. Jalkh y otras personas salen del edificio.