Diez días después del operativo militar para que el presidente Rafael Correa salga del hospital de la Policía, en Quito, continúa el debate sobre si hubo o no una intentona golpista.

Ese día los presidentes de Brasil, Chile, Argentina, Bolivia y Venezuela, que integran la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), se apresuran a condenar el que calificaron como “golpe de Estado”, guiados por afirmaciones del Mandatario ecuatoriano, quien dijo que se encontraba secuestrado.

Más tarde, los jefes de Estado suscribieron un comunicado en el que también dejaron constancia de que los gobiernos “no tolerarán, bajo ningún concepto, cualquier nuevo desafío a la autoridad institucional”, lo que podría implicar algún uso de la fuerza para que la herramienta se vuelva efectiva.

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El miércoles último, el secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, presenta un informe sobre los hechos y asevera “lo que consiguió detenerse en Quito, en Ecuador, fue un intento de golpe de Estado”.

El día de la sublevación policial, Insulza ya había hecho esa afirmación y al día siguiente vino al país para expresarle su respaldo al presidente Correa.

El ex canciller, José Ayala Lasso, considera que no hubo un intento de golpe de Estado porque en ningún momento algún grupo o sector quiso tomarse el poder. “Se trató de una insubordinación que puso en peligro la estabilidad del país”.

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Indica que el manejo de la crisis interna fue lamentable desde el momento en que el presidente Correa creyó que con “su presencia y su voz de mando iba a poder solucionarla”.

Dice que a nivel internacional también hubo un mal manejo, porque tras monopolizar la información (durante seis horas, en radio y televisión, solo se emitió lo que decía el canal público Ecuador TV) se transmitió al mundo una imagen falsa de lo que ocurría en el país. “Es ante esa información que gobiernos y representantes de organismos internacionales reaccionaban. Eso fue un error”.

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Según el diplomático, los conceptos de democracia deben evolucionar y no limitarse a respaldar a los gobiernos legítimamente constituidos. “Los intentos de disolver el Poder Legislativo son un atentado contra la democracia, así como lo son los intentos de permanencia en el poder. Hay que evolucionar, respetando los principios de no intervención”.

Para el director del Centro Andino de Estudios Estratégicos (Cenae), Alexei Páez, en Ecuador sí hubo un intento de golpe de Estado, pero con características que ocultaba su verdadera orientación.

“Una huelga en instituciones sociales puede considerarse un mitin o una insurrección. Una sublevación militar o policial, esto es de organismos armados, de sistemas coercitivos de los gobiernos, devienen necesariamente en golpes de Estado, sea o no sea con la intención original, y con toda la consecuencia que ello arranca”, asevera.

El politólogo argumenta que tras los hechos de Honduras, incluso los de Bolivia y de Venezuela, ha habido un cambio de significaciones en el contexto internacional, y por eso gobiernos y organismos están más susceptibles a cualquier intento de desestabilizar el orden internacional o a un presidente.

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El analista refiere que todo intento de golpe implica un grado de descomposición interna, resistencia social o institucional que afecta el Estado, por lo que al Gobierno le ha llegado un momento para reflexionar en cómo se están procesando las políticas y revisar su grupo más cercano de colaboradores, sobre todo al que no lo alertó de una situación que pudo haber devenido en una guerra civil.