Ayer el Presidente de la República fue secuestrado en medio de un reclamo de tropas policiales que piden que se revisen ciertas decisiones oficiales que afectan sus ingresos. Las calles quedaron desguarnecidas y los delincuentes hicieron de las suyas.

Al momento de redactar estas líneas no se conocía aún el resultado de tan lamentables sucesos, pero exhortamos con todo vigor que se respete la dignidad del Primer Mandatario y el orden institucional. Ningún reclamo, por legítimo que fuese, justificaría el caos.

A la democracia, sin embargo, se la defiende con más democracia. Por eso condenamos la decisión inconstitucional que se adoptó ayer de restringir la libertad de expresión y de obligar a todos los canales de televisión y estaciones de radio a difundir un solo mensaje, una sola opinión y un solo punto de vista. Un pueblo desinformado no podrá nunca consolidar la democracia.

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Que se depongan entonces las posturas extremas, que se retome el diálogo, que se atiendan los pedidos justos y que se respeten las libertades fundamentales.