La devoción cristiana bautizó a la diminuta imagen del Señor de Andacocha con diferentes acepciones, según los favores recibidos, y entre ellos está el de San Coyotito, por los miles de ecuatorianos que se encomiendan a esta representación cuando van a emprender un viaje ilegal a Estados Unidos.

Por esa razón también lo llaman Señor de los Migrantes, mientras que dentro y fuera del país es conocido como Señor de los Milagros desde que, según la tradición, un campesino llamado Manuel Corte halló el diminuto crucifijo en 1957, en el cerro Agollán, donde décadas después se construyó un templo.

Hasta el centro del cantón Guachapala, 45 km al noreste de Cuenca, se llega en buses. Y desde hace un lustro existe una carretera de unos 5 km hasta la iglesia de Andacocha, pero los fieles devotos prefieren, en su mayoría acceder a pie, descalzos y algunos incluso de rodillas, con la intención de purgar penas y pedir milagros.

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Aunque la celebración se inicia cada año, entre el 12 y 17 de septiembre, el 25 de ese mes se realiza una peregrinación y celebración con la intención de que los migrantes que retornan al país lleguen al templo a dar gracias por los favores.

Hasta el fin de semana anterior se registró la presencia de más de 10 mil peregrinos en la iglesia de Andacocha. Una de ellos, Luz Asitimbay, procedente de Méndez (Morona Santiago), ascendía desde las 07:30 descalza hasta el santuario.

Esta devoción Asitimbay la comparte con su esposo desde hace 25 años. Esta vez, su primogénito, quien reside en Estados Unidos, le pidió que vaya a la peregrinación para pedir por su salud y la de su familia.

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Para Amanda Barahona, de 75 años, oriunda del cantón azuayo de Paute, el ascenso al Santuario no es un problema y menos si va en compañía de su consuegra, Esther Barrera, y de los esposos Julia Ávila y Alfonso Cajas, de 80 y 87 años, respectivamente, quienes practican este ritual desde hace 20 años, cuando sus seis hijos partieron a Estados Unidos.

“Diosito siempre nos cumple lo que pedimos, y ahora solo pedimos que cuide a nuestros hijos y nietos”, expresa Barahona. Ella pide por su nieto Pablo Calderón, de 26 años, quien llegó a EE.UU. el 11 de septiembre del 2001, día del atentado a las torres gemelas.