¿Por qué asegura que 40 años no son nada?. La cantante ecuatoriana Patricia González sonríe y admite que la frase la acuñó de una parte del coro de Volver, el tango que popularizó Carlos Gardel (fallecido en 1935).

“Que 20 años no es nada, que febril la mirada... Bueno, yo le agregué 20 años más para que se ajuste a esta celebración”, anota con espontaneidad.

Los 40 años en mención son los de su carrera musical, los cuales celebrará mañana con un concierto en el Teatro Centro de Arte. Allí la acompañarán varios de sus amigos. No están todos, pero sí algunos con los que ha compartido el escenario o grabado algún tema o disco.

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Beatriz Gil y Mirella Cesa figuran entre los convocados. Con ellas, cuenta González, ha cantado en dos ocasiones –una de estas con el cantautor mexicano Armando Manzanero– y ahora participan en su nuevo disco. Es el que decidió dedicar al trío, también azteca, Los Panchos. Harán dúo en las canciones Cómo fue y Perdón.

En Cuarenta años, no es nada..., como se denomina su show, estarán además Roberto Viera, con quien grabó cuatro discos; Omar Montalvo, dos canciones; Naldo Campos, un CD de pasillos; y Lucho Silva, su primer álbum. “Todos han tenido trayectoria musical conmigo”, dice la artista con buena memoria.

Agrega que con el saxofonista (Lucho Silva) grabó el disco Te extraño, en el que incluyó, entre otras composiciones, Sabes de qué tengo ganas y Del altar a la tumba. González se emociona al recordarlo y cae en cuenta que 40 años se dicen rápido, pero son muchos y pasan sin darnos cuenta. “Es una trayectoria larga”, agrega sonreída y sus ojos adquieren un brillo especial cuando rememora su primera vez... en los escenarios.

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Era “pelada” y trabajaba en la oficina de su amigo Rafael Dillon Balda, ubicada en 9 de Octubre y Córdova. ¿En el área de contabilidad quizás? “No, ñañita”, contesta y prosigue con el relato. “Yo era su secretaria, creo, y cierto día Santiago Bo, un representante artístico argentino que conocía, me llamó para proponerme que cantara en un programa que se iba a desarrollar en el cine 9 de Octubre con Rolando Laserie (intérprete cubano)”.

Añade que nunca había actuado ante un público masivo, sino solo en reuniones de amigos, por lo que dudaba en aceptar. Finalmente accedió y para poder cumplir con esa función, que era vespertina, le pidió permiso a su jefe argumentando que tenía asuntos personales que atender. “Aunque yo tocaba mi guitarra, ese día no toqué sino que lo hizo el Pibe Aráuz porque yo estaba asustada”.

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“Únicamente tú eres el todo de mi ser...”, cantaba González, cuando divisó en la primera fila del teatro a otro amigo suyo que con señas le decía: ‘¿Qué haces allí?’. “Al día siguiente, Rafa me preguntó si yo estuve cantando. Titubeé al principio, pero lo admití diciéndole que me fui a ganar ese dinero, que no me cayó mal porque nunca he sido adinerada, ni mi familia tampoco”, expresa entre risas.

Anécdotas, González tiene muchas y solo buenas, porque de lo malo prefiere no acordarse. Al mexicano Armando Manzanero, anota, lo conoció en la década del setenta cuando ofrecía una presentación en el hotel Colón en Quito. “Justo acababa de interpretar Te extraño cuando él preguntó quién era yo. Se me acercó luego y me dijo que cantaba bien. Yo le respondí: ‘No se imagina cómo me gusta su canción’”.

En otra ocasión, refiere González, actuaba en Bogotá cuando le dijeron que alguien quería hablar con ella. Era el cantautor español Joan Manuel Serrat, con quien ya había hecho amistad y fue a verla. “Al salir del show me llevaron a La Calera, y para mi sorpresa se me acercó Susana Rinaldi y me felicitó por cantar hermoso”.

Es al despegue musical internacional que logró al grabar discos en Perú, Colombia y Argentina, y a las presentaciones que ofreció en estos países y otros como Panamá, Brasil, Costa Rica y España, que González atribuye la oportunidad que ha tenido de amistarse con muchos artistas, entre otros, Alberto Cortez, Piero y Carlos Vives.

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El diálogo de González es pausado y sentenciante a la vez. Ella llama las cosas por su nombre y se jacta de ser directa. Asegura que no le importa un pepino la gente y no por ser prepotente, sino porque detesta hablar de los demás.

Hace lo que quiere y lo que cree. Se guía mucho por la intuición, a la cual responsabiliza de los pasos que ha dado en su vida y carrera. “Me dicen que soy bruja por tener visión de radiografía con la gente”.

El tema Gracias a la vida, que compuso la chilena Violeta Parra y popularizó la argentina Mercedes Sosa (ambas fallecidas), es uno de sus favoritos porque en su letra dice: “Perfecto distingo lo negro del blanco...”. “Creo en Dios, pero también en el diablo, porque hay gente buena y mala también”.

Lo que proyecta lo realiza y procura hacerlo de manera planificada, pero si algo no se cristaliza no se amarga y asume que no estuvo para ella.

Musicalmente la distingue el bolero, pero también ha hecho suyos los pasillos, interpretados a su estilo pero sin perder la esencia. “Lo grabé con Naldo Campos, que es el mejor requintista del país. Toca tan bien que cuando el mexicano Chamín Correa –que ha acompañado a artistas como Virginia López y Luis Miguel– lo escuchó tocar se sorprendió”.

También grabó, muy atrevidamente, según anota, el tango Sur. “Quizás si lo escucha algún argentino me demanda”, expresa y asegura que su línea siempre será romántica.

González, que es cantante independiente y jamás se ha propuesto incursionar en la composición, está segura de ser profeta en su tierra, aunque sus amigos creen que la gente no la quiere sino que le teme.

A pesar de que por cumplir con algunas presentaciones vivió ocho meses en París, no cambia su Ecuador por nada.

¿Y la música da para vivir? Sí, afirma González, y señala como clave ser organizados, profesionales y dedicados. “Zapatero a tu zapato y lo digo por mí”.

La artista le da gracias a la vida y a Dios por lo que tiene. Sus amigos, que son pocos y parte de su alma; su público y su familia, en especial a su madre, próxima a cumplir 90 años.

Presentación

Costos. Las entradas para el concierto Cuarenta años, no es nada... de Patricia González y sus amigos, que será a las 20:00, costarán $ 20 platea alta y $ 25 platea baja. De venta en las boleterías del Centro de Arte (km 4½ vía a Daule).