El actor mexicano Eduardo Verástegui ofreció el miércoles la I Conferencia por la vida: más allá de Hollywood, en el Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil.

Durante dos horas, el artista dio su testimonio de cuando era un joven sumido en la vanidad y lujuria, hasta lo que llamó su transformación en un ser humano con fuertes valores morales.

Los asistentes, en su mayoría mujeres, llenaron todas las localidades antes de la hora fijada (19:30) y mientras esperaban la charla de Verástegui (que comenzó a las 20:00), se proyectaba en las dos pantallas gigantes dispuestas a los extremos del escenario, el cortometraje El circo de la mariposa, en el que actúa el mexicano.

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A continuación, luego de que la maestra de ceremonias diera la bienvenida al acto, el padre Enrique Granados invitó al público a hacer una oración. Las pocas luces que se mantenían encendidas, se apagaron, y solo una tenue iluminación enfocó el anda de la Virgen María que empezó a ser trasladada por varias personas hacia al escenario. Uno de los que tenían a cuestas a la Madre de los católicos, era Verástegui, vestido de negro.

La gente se puso de pie, aplaudió y empezó a entonar la canción Madre Nuestra, en honor a la natividad de la Virgen, que se celebraba ese día. Después, el actor subió al escenario y empezó su conferencia. Contó sobre sus orígenes y sobre su carrera artística, que nació con el modelaje y que fue ampliándose con la actuación en telenovelas, con su participación en el grupo Kairo, hasta llegar a Hollywood, sin dominar el inglés, pero con la firmeza de triunfar, aseveró.

Esa determinación se convirtió en el fuego que prendió la mecha de la dinamita Verástegui, formada por la lascivia, la ambición y que cada noche explotaba, dejando soledad, pues el artista confesó que cuando llegaba a casa se daba cuenta de que “lo tenía todo”, “pero no tenía nada”, espiritualmente. Estaba solo.

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Fue su profesora de inglés, quien hizo que Verástegui se autocuestionara sobre su vida y reavivara su fe en Dios. El artista, aseguró, encontró su camino, de la mano de ella y de su madre, a quien considera su mejor amiga.

Esta transformación, manifestó, lo motivó a servir a la humanidad y asimismo a producir a través de su trabajo cinematográfico (como actor y por medio de su productora Metanoia Films) mensajes que calen positivamente en la sociedad y a crear el Centro Médico Guadalupe en un barrio latino de Los Ángeles (EE.UU.), como un contraargumento al lema de muerte que imponen los centros de abortos que allí se encuentran, según expuso.

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Logró hacer una promesa de castidad, salir de la ruina económica (pues, durante cuatro años no encontró un rol que considerara digno para él y para la comunidad) y espiritual, ya que, si bien “no tenía nada” (dinero, lujos), por otro lado lo “tenía todo”: su fe en Dios y un propósito de vida encaminado al bien, comentó.

Lo que más cautivó a la gente –que rió con las anécdotas del actor y que también se mantuvo seria y atenta cuando este contaba su difícil proceso de cambio– fue cuando él se arrodilló y pidió perdón a las mujeres en nombre de todos los hombres que en algún momento les hicieron daño.

Ante esto, el público se puso de pie y aplaudió efusivamente el gesto de Verástegui. Al término de su charla, el mexicano respondió algunas de las inquietudes del público y deseó que la Virgen de Guadalupe proteja al Ecuador.

Más aplausos para Verástegui. Fans que se acercaron al escenario para tomarse fotos (algo que no fue posible, porque enseguida el actor salió del auditorio), otros que continuaban afuera esperándolo, y una charla que según asistentes como María Cecilia Chavarría o Andrés Ante, los armó de valor para seguir sus doctrinas y para transformar sus vidas como hizo el actor.

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