Manuel Toro
ESMERALDAS.- Desde su inauguración, el pasado 5 de agosto, los puentes sobre el río Esmeraldas han cambiado la vida de los habitantes de las parroquias ubicadas hacia el norte de la provincia. En Tachina, Camarones, Achiluve, Rioverde, el índice de visitantes ha aumentado y esto ha mejorado la economía; pero en la parroquia San Mateo, sus habitantes están preocupados ya que el desvío del tráfico por el funcionamiento de los puentes casi eliminó la actividad comercial.

Los puentes acortaron las distancias de manera significativa desde el centro de la ciudad hacia el norte. Eso ha originado un evidente desarrollo de urbanizaciones y lotizaciones desde Tachina hacia el cantón Rioverde. En la zona, el costo de los terrenos aumentó dramáticamente. "Este terreno lo vendieron en 500 dólares hace 5 años y ahora, el señor que lo compró en esa época lo está vendiendo en $ 6 mil", dijo Betsy Toral, residente en Tachina.

A lo largo de carretera, en el tramo Tachina-Camarones se observan los letreros de las nuevas lotizaciones que ofrecen terrenos con una mínima entrada y pagos a 2 y 3 años plazo. Ninguno de los lotes cuenta con servicios básicos. La calle principal de Tachina se ha convertido en una vía netamente comercial. Ahora pululan los negocios como comedores, puestos de venta de frutas, bares y locales comerciales que ofrecen artículos variados.

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"Es bueno para nosotros, nos ha cambiado la vida, ahora tenemos trabajo, nos dedicamos al comercio y eso ha aumentado nuestros ingresos", manifestó Ruth Castro.

También está en auge el turismo. Ahora los visitantes que llegan a Esmeraldas optan por conocer parte de la zona norte porque con el sistema de viaductos solo demanda un viaje de 20 minutos y no de más de una hora como antes.

El otro lado de la moneda está en San Mateo, famosa porque ahí se gestó la Independencia de Esmeraldas. Es un poblado de 4.500 habitantes ubicado al sur de Tachina. Antes del funcionamiento de los puentes era el paso obligado de quienes viajaban al norte de la provincia y al aeropuerto de Tachina.

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Sus habitantes se dedicaban al comercio informal, en especial a la venta de comida, que daba empleo a 170 familias. "Ya no hay clientes, nadie pasa, nos hemos convertido en un pueblo fantasma", dijo Sulman Roa, una moradora antigua.

César Calderón, presidente de la Junta Parroquial, se reunió hace una semana con compañeros de la organización para trazar estrategias que permitan reactivar la actividad.