Según un informe de la asociación alemana Ayuda a la Iglesia Necesitada (2008) hay países que ponen trabas legales para la libre expresión religiosa, proselitismo y trabajo misionero: Afganistán, Argelia, Bahrein, Bangladesh, Bielorrusia, Bolivia, Egipto, Eritrea, Israel, Territorios Palestinos y México. En otros como China, Cuba e Irán se han registrado incluso episodios de represión legal. En China, explica el informe, “las religiones que reciben ayuda, financiación y apoyo son el confucianismo, el budismo y el taoísmo”. La situación empeora en la India, a pesar de que la Constitución reconoce la libertad religiosa; en Iraq, donde miles de familias cristianas han tenido que abandonar Mosul, a causa de las persecuciones, se abrogó el artículo que en parte garantizaba la libertad religiosa.

En Irán, donde el Islam chií se identifica con la estructura del Estado, se discrimina algunas minorías religiosas, como las sunníes, bahaí, ahmadíes, que sufren además violencia, mientras otras budistas e hindúes carecen de protección jurídica. El Estado islámico sí reconoce a los cristianos, hebreos y seguidores de Zoroastro, pero los cristianos no pueden expresar su fe fuera de los lugares de culto o comunidades ni misionar.

Corea del Norte permite solo el culto del líder Kim Jong-Il y de su padre Kim Il-Sung. Se impone a los fieles el registro en organizaciones controladas por el Partido, y desde 1953, han desaparecido cerca de 300.000 cristianos. Actualmente cerca de 80.000 personas están recluidas en campos de trabajo y sometidas “a hambre, tortura e incluso la muerte”.

En Arabia Saudita la policía religiosa encarcela a menudo a miembros de los grupos minoritarios que libera solo tras firmar la abjuración de su fe. En Sudán, la apostasía está castigada con la muerte. En México la ley impide a las iglesias poseer o administrar concesiones para la explotación de estaciones para cualquier tipo de telecomunicación; los clérigos son amenazados con castigos legales si predican que un católico no puede votar por quienes alientan medidas contrarias a la fe; y un senador de la oposición fue multado por mencionar a Dios en su discurso.

Paradójicamente en Europa, cuna de la libertad y tolerancia, se están conociendo cada vez más casos de acoso e irrespeto a las manifestaciones religiosas y algunos países introducen normas que impiden el libre ejercicio y expansión de las religiones. Ateos o no creyentes tienen total libertad y respeto.

¿Y nosotros rechazamos o criticamos a personas por tener otra religión que no es la nuestra o por haberse cambiado de una a otra fe?

Es cierto que requerimos paciencia con ciertos grupos que consideran un deber proclamar su verdad y atacan demostrando intolerancia y menosprecio.

Pero, es alentador conocer que en Guayaquil existen grupos femeninos de distintas denominaciones cristianas que se reúnen con el único afán de estudiar la Biblia. Mujeres que influirán en sus familias para fomentar la concordia y el respeto mutuo.

Estemos atentos a defender nuestro derecho a profesar una religión y apoyemos el movimiento ecuménico, por el que tanto trabajó Juan Pablo II apoyado en personajes como Chiara Lubich y que busca el entendimiento entre las religiones históricas. Promovamos unión, no discriminación que separa incluso a miembros de una misma familia.