A inicios del siglo XIX, cuando las tropas francesas invadían el territorio español, nace en los patriotas ansias libertarias.

Ellos formaron la primera Junta Suprema, con sede en Quito.

Un episodio por la libertad
¿Una verdadera revolución o una simple asonada?. La respuesta es difícil de ajustar cuando existen muchos conceptos de lo sucedido aquel 10 de Agosto de 1809. El episodio ha generado más de un calificativo de historiadores, sociólogos e investigadores.Aquí una muestra. El académico Jorge Salvador Lara dice en una de sus obra s que “...el estallido auroral de Quito marcó un tajo profundo en la historia de la América española, pues con él comienza el proceso de liberación de todo el territorio americano sujeto a la dominación de los monarcas peninsulares”.

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Pero hace pocos años, el historiador Jorge Núñez Sánchez sostuvo que “el movimiento de 1809 no fue revolucionario ni buscaba la independencia, pues sus propios protagonistas lo confirmaron en la serie de documentos públicos que se suscribieron”.

Estos y otros juicios sugieren un sereno análisis para alcanzar una valoración de los hechos, sin caer en exageraciones y apasionamientos que corresponden al natural y comprensible sentimiento patriótico. Es necesario revisar contenidos en textos y libros de enseñanza para enfocar con mayor precisión muchos capítulos de la historia del Ecuador.

Hay que insistir en que antes del 10 de Agosto de 1809 otros pueblos -como Bolivia- protagonizaron acciones similares a la que se gestó en la capital ecuatoriana. Lo que restaría la dimensión de 'Primer Grito de Independencia' que se atribuyó a la jornada. Sin embargo, es indiscutible que San Francisco de Quito por ser una ciudad de libertades, tradiciones y cultura, merece el emblemático título de 'Luz de América'.

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Breve cronología
La etapa colonial y su secuela de discrimen social y económico alentó descontentos y rebeliones de indígenas, mestizos y españoles criollos contra los representates de la monarquía ibérica. Esas propuestas se fortalecieron con el ejemplo de Estados Unidos y Francia, de los precursores Antonio Nariño, Francisco de Miranda y la orientación de Eugenio Espejo.

Fue el pretexto para que quiteños que rechazaban la política de la corona, cometieran actos en contra de las autoridades españolas, las juntas antibonaportistas y defensoras de Fernando VII, instauradas en la Península Ibérica en apoyo del monarca destituido.

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En diciembre de 1808 pusieron empeño en sus planes. Se reunieron en la hacienda-obraje de Juan Pío Montúfar y formaron una 'Junta', similar a las que apoyaban al rey español.

Paso a paso
Al enterarse de los planes de los quiteños, las autoridades españolas ordenaron la captura de los juntistas Juan Pío Montúfar, Juan Salinas, Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga, entre otros.

Luego de varios trámites recuperaron su libertad y aceleraron sus intenciones. Se reunían en sitios diferentes, en los domicilios de Juan Pablo Arenas, Manuela Cañizares y Javier de Ascásubi.

El momento era crítico. El 8 de agosto se intensificaron los contactos y conversaciones. La noche del 9 se concentraron en la casa de Cañizares quien, junto a Juan de Dios Morales, les pidió dejar a un lado los temores y dudas. Lo hicieron, e inmediatamente suscribieron un documento que analizaba la situación y decía porqué actuaban de esa manera.

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El momento decisivo
Juan Salinas buscó el apoyo del comandante de Caballería, Joaquín Zaldumbide. Mientras otros personajes fueron donde las autoridades monárquicas para informarles que habían cesado en funciones.

Antonio Ante avanzó a la Casa de Gobierno para anunciar al presidente de la Audiencia de Quito, Manuel Urriez (Conde Ruiz de Castilla), que la Junta Soberana lo había destituido.

Los hechos estaban consumados. La mañana del 10 de Agosto de 1809 hubo júbilo entre los seguidores de la causa y los habitantes.

Juan Pío Montúfar, Juan de Dios Morales, Juan Rodríguez de Quiroga y Juan Larrea se convirtieron en los principales dignatarios de la Junta Suprema de Quito que se instaló el 11 de agosto.

Cinco días después, el 16, se proclamó solemnemente todo lo actuado en la Sala Capitular del convento de San Agustín.

La resistencia
La realeza reaccionó inmediatamente. Antonio Amar, virrey de Santa Fe, dispuso marchar contra Quito a 300 fusileros. Algo parecido ordenó el virrey de Lima, José Abascal. Y los gobernadores militares de Guayaquil, Cuenca y Popayán prepararon sus ejércitos para marchar hasta la ciudad que gestó el movimiento.

La arremetida monárquica no demoró ante la deslealtad y temor de algunos juntistas y dirigentes. El movimiento fracasó y Juan Pío Montúfar restituyó en la presidencia de Quito a Juan José Guerrero, quien entregó el cargo al Conde Ruiz de Castilla. Con él se incrementó la represión como la del 2 de agosto de 1810, cuando masacraron a los gestores del episodio del año anterior.

La jornada quiteña de hace 201 años congregó a muchos visionarios patriotas, que deseaban librar al territorio del despotismo impuesto por la corona española. Las ideas de Eugenio Espejo también se manifestaron en este acontecimiento que ocurrió en la capital de la Audiencia de Quito.