Si bien es cierto que las empresas inmobiliarias contribuyen con el desarrollo del país generando empleo en el campo de la construcción, y recursos para el Estado, también es cierto que  unas se benefician de la ingenuidad de las personas que, como yo, pretenden tener un bien inmueble.

El caso en particular es cierto convenio de construcción de vivienda que realicé con una empresa. En una de las cláusulas dice: “Los clientes aceptan expresamente que el precio del inmueble reservado, podrá ser reajustado por haberse dictado medidas económicas de orden fiscal, tributario o municipal que incidan en los precios de los materiales de construcción y/o trabajos adicionales impuesto por municipio u otras empresas de prestación de servicios públicos.

“El precio de la vivienda será reajustado a los índices de precio del INEC y aplicados a la fórmula polinómica efectuado por la Cámara de la Construcción de Guayaquil, sin que el precio de la vivienda sea superior al precio de venta de mercado a la fecha de efectuar el reajuste”.

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Esta cláusula da lugar al reajuste del precio sin considerar el interés que genera el dinero colocado en una entidad financiera, y con el cual operan mientras transcurre el convenio de pago de la entrada de la vivienda; vendiéndole la idea al cliente que financian la entrada, cuando es la promotora la que opera con el dinero que abonamos oportunamente.

Con esta experiencia es recomendable asesorarse con un experto antes de firmar un convenio de esta naturaleza y evitarse el trago amargo que ocasiona el incremento de la vivienda, que inicialmente tenía un costo inferior.

Johnny Velasco Pérez,
ingeniero, Guayaquil