¿Qué es Guayaquil? ¿Será suficiente decir que es una ciudad puerto o que es la ciudad más grande del Ecuador? Sin duda la respuesta irá por donde vaya el punto de vista de quien la define, pero creo que hay algo innegable: Guayaquil es miles de manos generosas abiertas en señal de bienvenida.

Es una ciudad acogedora, a la que llegan cada día ecuatorianos de distintos lugares de la patria y algunos extranjeros. En los barrios periféricos es fácil distinguir la procedencia, hay sectores donde todos son esmeraldeños, otros que proceden de Tungurahua, de Loja, de Santa Elena. Conservan algunas de las costumbres propias de su región, muchos de sus hábitos de alimentación y formas de diversión, a la vez que luchan por incorporarse a la vida activa de la ciudad y ubicarse como ciudadanos productivos.

Guayaquil progresa y lo hace gracias a quienes son guayaquileños por nacimiento o por adopción. Su crecimiento constante hace que siempre parezca insuficiente el incansable trabajo municipal, sin embargo, el cambio es evidente.

Es mucho lo que se ha avanzado en llevar las redes de agua potable y alcantarillado cada vez a más barrios y con ello llegó el arreglo de calles y parterres y por supuesto la elevación del nivel de vida y la autoestima de los habitantes del sector.

Hay que conocer la ciudad para amarla en todas sus manifestaciones, entender que es la Orquesta Sinfónica en sus conciertos semanales, pero también la voz de Julio Jaramillo que sale de algún bar. Entender que es la clínica moderna y funcional, el Hospital Luis Vernaza, pero también los dispensarios en los que un médico se agota en la atención y sufre por la falta de medicamentos. Que es el club elegante pero también, el malecón y los múltiples y hermosos parques que reciben a miles de personas. Que es los supermercados grandes y confortables, pero también los mercados cada vez más limpios y organizados. Que es el transitar de múltiples automóviles, pero también el paso rápido de la metrovía.

Es los bancos bien ubicados y que ofrecen múltiples servicios pero también, lamentablemente, es los chulqueros abusadores y amenazantes.

Es también los chicos y las chicas que se preparan con entusiasmo en colegios y universidades, pero es también, aceptémoslo, los jóvenes que forman las pandillas que nos preocupan. Es la ciudad de las múltiples actividades y oportunidades pero lamentablemente, también es la ciudad de las inseguridades.

Todo eso y más es Guayaquil, ciudad geográficamente bella y hoy limpia y cuidada, con una vida cultural en crecimiento, que podría ser una ciudad para disfrutarla. Sin embargo, no le es totalmente porque la delincuencia no lo permite y el temor impide compartir libremente la ciudad que amamos.

Toda ciudad debe ser un proyecto de vida en común, quienes vivimos en Guayaquil debemos definir el nuestro, pero cualquiera que sea, sin duda alguna, lograr una ciudad segura es parte de él.

Aportemos todos para que esta ciudad siga siendo lo que siempre fue, un motor incansable, un corazón abierto, una oportunidad de realización.