AP
MADRID.- José Saramago, el primer escritor portugués que llegó a ganar un Premio Nobel de Literatura aunque su popularidad en su país quedó empañada por su inquebrantable apoyo al comunismo y su actitud franca, murió ayer. Tenía 87 años.

Falleció en su casa en Lanzarote, Islas Canarias, debido a una insuficiencia de múltiples órganos tras una larga enfermedad, dijo la Fundación José Saramago. Murió en compañía de su familia, diciendo adiós de un modo sereno y plácido, según la fundación.

Su Nobel de 1998 fue ampliamente celebrado en su país porque hasta entonces se había eludido a los escritores de su lengua, hablada por unos 140 millones de personas alrededor del mundo.

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Nacido el 16 de noviembre de 1922 en el poblado de Azinhaga, cerca de Lisboa, Saramago se crió en la capital. De familia pobre, no llegó a terminar la universidad pero continuó estudiando a tiempo parcial mientras trabajaba como obrero metalúrgico.

Su primera novela se publicó en 1947, Tierra de pecado, y trata sobre campesinos que atraviesan una crisis moral. El libro se vendió mal, pero le dio a Saramago el suficiente reconocimiento como para obtener un empleo en una revista literaria. Sin embargo, durante los 18 años siguientes Saramago solo publicó unos cuantos libros sobre viajes y poesía mientras trabajaba como periodista. "Supongo que llegué a la conclusión de que no tenía nada que contar", dijo de aquel periodo.

Volvió a escribir ficción en los setenta, tras el derrocamiento de la dictadura de cuatro décadas impuesta por Antonio Salazar en un golpe militar. El aplauso de la crítica internacional llegó tarde en su vida, empezando en 1982 con Memorial del convento, que se publicó en inglés en 1988 como Baltasar y Blimunda.

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El subsecretario de estado para la cultura, Antonio Sousa Lara, retiró posteriormente el nombre de Saramago de los postulados portugueses al Premio Europeo de Literatura. Dijo que su novela de 1991, El evangelio según Jesucristo, en la que Cristo vive con María Magdalena e intenta evadir su crucifixión, ofendió las creencias de los portugueses y dividió al país de mayoría católica.

Él nunca cortejó el tipo de fama ofrecida por los premios literarios y su franqueza podía a veces ofender. "Soy escéptico, reservado, no hablo efusivamente, no me la paso sonriendo, abrazando a la gente y tratando de hacer amigos", declaró alguna vez.

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En 1998 dijo que su libro Ensayo de la ceguera versaba sobre una ceguera de racionalidad. En ese libro, que en el 2008 fue llevado al cine, la población de una ciudad no especificada sufre una enfermedad misteriosa que nunca se explica.

Las fragilidades de la sociedad saltan a la vista cuando se produce un colapso de la infraestructura. El crítico portugués Torcato Sepúlveda expresó que Saramago exitosamente buscó reconciliar el racionalismo de su visión materialista con la riqueza de su estilo barroco. Otros estaban en desacuerdo y decían que Saramago era demasiado intelectual y que su ritmo narrativo a menudo se diluía en la monotonía.

Saramago tenía un remedio: "Les digo que lean mis libros en voz alta y entonces agarrarán el ritmo, porque esto es oralidad escrita. Es la versión escrita del modo en que la gente se cuenta cuentos entre sí".

Sobreviven a Saramago su esposa, la periodista española Pilar del Río, y una hija de su primer matrimonio. Sus restos serán trasladados a Lisboa, ciudad en la que será inhumado.

"Es raro que un escritor se convierta en un clásico en su propia época pero él, por la calidad de su obra, lo ha logrado".
Cecilia Vera,
Crítica literaria

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"Saramago ha sido un referente de lo que debe ser la literatura como reflejo y manifestación de la vida".
Abdón ubidia,
Escritor