A las 11:00 de casi todos los días, en los corredores del centro comercial El Tejar, en el centro de Quito, empiezan a escucharse las voces altas y con acento caribeño de varios grupos de nuevos compradores que han reactivado las ventas del sector.

Son cubanos y piden más modelos de ropa y regatean precios. Jorge, de 35 años, es uno de ellos. Sale con una funda plástica en la que lleva blusas y camisetas que ha comprado con descuento. Mientras busca bisutería en otros locales, comenta que los precios son bastante accesibles y con facilidades para comprar al por mayor. Dice que la mayor parte de la mercadería la venderá en su país, aunque allá esta actividad es ilegal y el ingreso de maletas tiene una tasa de aduanas de cien dólares.

En Cuba, Jorge se dedicaba a la crianza de cerdos. La venta trimestral de estos animales le generaba entre 1.000 y 3.000 pesos cubanos, que equivalen a unos $ 120. Para redondear sus ingresos recogía chatarra y la vendía clandestinamente en las fábricas. También comercializaba botellas de cerveza vacías. Pero lo que más pudo ahorrar fueron los dólares que recibía como guardia en un restaurante de la ciudad de Varadero.

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Una carta de invitación de un artesano ecuatoriano que conoció en una feria cubana fue su pasaporte de ingreso al país. Él lleva cuatro meses en Quito y tiene temor de que por los controles le incauten la mercadería que llevará a Cuba.

Los vendedores ecuatorianos afirman estar contentos porque los cubanos se han convertido en muy buenos clientes. Una de ellas es Ximena Toscano, quien indica que la demanda de ropa barata por parte de los cubanos la determinó a cambiar la línea de venta de toallas por pantalones de niños y pijamas.

Los jeans están entre las prendas más buscadas. Los mismos cubanos dicen que tras comprarlos en unos $ 8 en Quito, los venden en su país entre 18 y 35 chavitos (moneda cubana cuya cotización está al nivel del dólar). Quienes compran son aquellos que en Cuba perciben ingresos de remesas o de negocios también informales.

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Angelita Vega, administradora del centro comercial El Tejar, afirma que desde hace un año y medio los cubanos se convirtieron en sus principales compradores, pues inyectaron tanto movimiento que las ventas subieron en un 40%.

Esa realidad explicaría las cifras de la Dirección Nacional de Migración. En el 2008 ingresaron 10.948 cubanos y salieron 9.935. En el 2009 se incrementó en más del doble. Entraron 27.114 y salieron 23.147. De enero a febrero del 2010 llegaron 4.800 y se fueron 3.357.

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Pero no todos los cubanos que vienen al país son comerciantes. Autoridades y fuentes de Inteligencia policial y militar estiman que el 70% de los cubanos que ingresan al Ecuador son los denominados maleteros. Buena parte de ese grupo se casa con ecuatorianos para facilitar sus ingresos y salidas del país, y con ello sus actividades comerciales. Entre los grupos menores están quienes quieren obtener la visa de refugiados porque mantienen problemas con la justicia.

William Ávila trabaja en el restaurante Las Cubanas, en La Florida, al norte de Quito, el barrio más ocupado por estos inmigrantes, quienes afirman que el nombre les remite al sueño americano, pero también por su cercanía al aeropuerto. William vino de la isla caribeña hace cinco meses y no tiene intenciones de irse. “Me gusta este país por la libertad que hay. Allá trabajaba con el Estado, pero me iba muy mal”, comenta.

Su sueldo era de $ 9 mensuales en el área de gastronomía del Ministerio de Alimenticia. “Allá todo es ilícito, no se puede comercializar nada. Pasas más años preso por una vaca (por vender su carne) que por matar a una persona”. Según William, solo los niños de hasta siete años y los ancianos pueden comer carne de res. Asegura que como cocinero gana $ 250 al mes y está maravillado por la variedad y la cantidad de comida que ve en las tiendas. Ha hecho su solicitud para la visa de asilado político, sin éxito.

La actual Constitución dio paso a una política migratoria basada en la libre movilidad. El 20 de junio del 2008, el presidente Rafael Correa decretó la eliminación de la visa de turista que facilitaba la permanencia solo por un lapso de 90 días.

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Mario Pazmiño, ex director de Inteligencia del Ejército y quien ha investigado el tema, estima que unos 7.000 cubanos se han quedado en el país, muchos de ellos con el fin de obtener la nacionalidad ecuatoriana. El año pasado las alertas de las autoridades se detonaron por la gran cantidad de matrimonios cubano-ecuatorianos, el mecanismo más rápido y seguro para obtener la naturalización. Estos casamientos pasaron de 88 en el 2007 a 437 en el 2008. Para el 2009, los registros civiles del país casaban a unas 150 parejas cubano-ecuatorianas al mes, con un total de 1.796 matrimonios. En Pichincha se celebraron 1.370; en Guayas subió de 21 a 64, del 2007 al 2009.

Por los frecuentes casos de matrimonios arreglados, en junio pasado el Registro Civil dispuso que los matrimonios de extranjeros se realicen en la matriz de la entidad, en Quito, para tener mayor control, pero las cifras siguen altas. Entre enero y febrero de este año se han realizado 136 casamientos cubano-ecuatorianos. En Guayas, en dos meses se han casado 65 parejas, casi lo mismo que en todo el 2009. El costo de un matrimonio arreglado es alto, según autoridades y migrantes, que indican que los abogados cobran hasta $ 5.000 por la carta de invitación, matrimonio y divorcio.

Mientras, el Gobierno de Ecuador se aferra a la política migratoria de libre movilidad. La semana pasada, la Asamblea aprobó la propuesta del Ejecutivo de suprimir el artículo 38 de la Ley de Extranjería, que imponía multas de $ 200 a $ 2.000 cuando el extranjero rebasara los tres meses para quedarse en el país sin visa.