Es un lunes de enero pasado. Un grupo de hombres madrugó para internarse en los intrincados caminos del bosque seco tropical en busca de los sigilosos venados de cola blanca.

Lo hacen pese a que la parroquia rural del cantón Jipijapa, Membrillal, donde viven, está rodeada de un área protegida denominada bosque protector Sancán-Cantagallo que sirve como zona de amortiguamiento del Parque Nacional Machalilla, que se extiende más al sur en el cantón Puerto López.

Los dos letreros que el Ministerio de Medio Ambiente ha colocado a lo largo de la vía rural que une Sancán con Membrillal, con el fin de incitar la preservación del bosque y sus especies, no persuaden a los comuneros, quienes heredaron la práctica de cazar venados y otros animales silvestres de sus ancestros.

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Con rifles o escopetas, seis cazadores de distintas familias partieron de sus casas cerca de las siete de la mañana y se dirigieron hacia las zonas donde los venados se alimentan.

Luego regresaron al mediodía con un venado que colgaba de la espalda de uno de ellos. Sus mujeres se encargaron de repartir la carne y el cuero, que según los lugareños da frescura en medio de los fuertes soles de la campiña manabita.

Para la caza también se utilizan perros, que son de ayuda por su olfato. “Hay que tener suerte”, cuenta Emilio Reyes quien lleva ocho de los 25 años que tiene en la actividad.

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“Se lo hace para el consumo de aquí, en la sequedad hay que sobrevivir, pero hace como unas dos semanas atrás vendieron un venado no sé a cuánto a los comerciantes”, agrega este poblador.

En los cordeles de su casa levantada sobre una colina desde donde se observa el poblado de Membrillal, cuelga “la piel” de otro venado de cola blanca cazado hace tres semanas. Su tío le regaló la pieza que la extiende sobre la tierra o un petate para recostarse cuando el calor es intenso.

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En tanto, la carne del venado cazado el día anterior, aún estaba fresca en el interior de la vivienda mixta de caña y ladrillo de María Pincay.

Ella comenta que se comercializa la carne de venado a $ 2 la libra  a poblaciones ceranas cuando hay sobrantes. “La cabeza y el cuero se queda con el que mató al animal. Yo lo hago asado, bistec, sopa o con maní”, explica la mujer.

Otras actividades como la recolección de varbasco en el bosque o la elaboración y comercialización de carbón también sustentan la economía de estas familias durante la temporada seca.

Cultivos ciclo corto
En época de invierno la mayoría de los habitantes de esta parroquia prepara sus terrenos para los sembríos de ciclo corto, maíz principalmente, pero un invierno con escasez de lluvia, como el de 2009, produjo poca abundancia, recuerdan los lugareños.

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Esto último provocó que aumente la cacería del venado y de otros animales silvestres a partir de octubre pasado, según pobladores.

Durante las festividades de Navidad y fin de año los comuneros que se dedican a la cacería recorrieron el pueblo para vender carne de venado o repartirla entre sus vecinos.

La actividad ocurre pese a que la caza deportiva y de subsistencia del mamífero solo se permite con la licencia respectiva entre el 1 de junio y 30 de noviembre de cada año, según el texto unificado de la Legislación Ambiental Secundaria del Ministerio del Ambiente.

Pero en Membrillal sus pobladores aseguran que desconocen los reglamentos que rigen sobre las áreas protegidas y siguen con las capturas en meses como diciembre o enero, cuando está prohibida la caza de estos mamíferos.

Ecologistas
“Los ecologistas vienen y nos dicen que no debemos talar árboles o cazar animales, pero no nos dan alternativas para sobrevivir”, explica César Chalá, quien afirma que llegan a este pueblo personas de Manta y Portoviejo para comprar un venado entero, por el que pagan hasta $ 500, según el tamaño del animal.

“A partir de noviembre debería haber veda, porque las venadas están paridas, pero igual la caza prosigue”, argumenta Chalá, quien es profesor de la localidad.

Admite que en algunas ocasiones la captura incluye a crías cuando las madres se escapan de sus cazadores.

La normativa legal vigente establece que se prohíbe la captura de animales silvestres como venados o guantas para fines comerciales con el afán de procesar sus pieles y cueros o elaborar comida con su carne.

Detalles

Área
Membrillal, una parroquia rural del cantón Jipijapa, tiene unos 1.500 pobladores. Se ubica en medio de la zona denominada como área de bosque y vegetación protector Sancán-Cantagallo que abarca unas 14.594 hectáreas.

Declaratoria
Esta área fue declarada bosque y área protegida mediante Acuerdo Ministerial Nº 24 del 30 de abril de 1996 y publicado en el Registro Oficial 952 del 23 de mayo de 1996.

Especies
En el bosque protector hay especies de flora como algarrobo, matapalo, varbasco, palo santo, laurel, guayacán, entre otros. También viven animales como armadillo, guatusa, venado de cola blanca, pava de monte y monos.

Carbón
Las familias que se dedican a la elaboración de carbón señalaron que en la semana se elaboran un promedio de cinco quintales que son vendidos a cuatro dólares cada uno.

Cuidados
El teniente político de Membrillal, Édison Barcia, admite que hace falta un mayor cuidado ambiental del bosque por parte de los pobladores. “En esta zona aún tenemos venados, pero se siguen cazando y allí toca trabajar un poco”.

Servicios básicos
La población se abastece de agua a través de pozos, el servicio de energía eléctrica es deficiente, al igual que el telefónico.