Reuters
BUENOS AIRES.- El cantante argentino Sandro se hizo popular por su vestimenta, sus enormes patillas y sus movimientos pélvicos al estilo Elvis Presley que durante los conciertos provocaban gritos histéricos entre mujeres que arrojaban sus prendas íntimas al escenario.

Sus "nenas", como el cantante llamaba a sus admiradoras que mayormente son mujeres mayores de 50 años, fueron fieles hasta los últimos tiempos, cuando el artista debía hacer su show con un dispositivo en el micrófono que le permitía cantar y tomar oxígeno de un tubo al mismo tiempo.

Después de sufrir durante una década una afección pulmonar crónica por su adicción al cigarrilo, el compositor de Rosa, Rosa, su canción más popular, murió el lunes a los 64 años en la provincia de Mendoza, donde fue sometido semanas atrás a un trasplante de corazón y pulmón.

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Roberto Sánchez, su verdadero nombre, comenzó su carrera como cantante de rock con la banda "Los de Fuego", pero el éxito le llegó en la década de 1960, cuando se inclinó definitivamente por las baladas románticas.

El Gitano, como era llamado, grabó más de 40 discos, con millones de copias vendidas, y actuó en 13 películas.

Con los años, se convirtió en uno de los cantantes más populares de Argentina y sus canciones, que se hicieron famosas en gran parte de Latinoamérica, fueron interpretadas por decenas de artistas locales y extranjeros.

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Para muchos, fue una inspiración para el rock nacional y algunos lo consideran el primer rockero argentino.

De hecho, el rock le rindió su tributo con la grabación, a fines de la década de 1990, de un trabajo en el que un grupo de músicos de bandas como Los Fabulosos Cadillacs y Divididos interpretaron sus temas.

Entre escenarios y hospitales
Sus problemas de salud comenzaron a fines de la década de 1990, cuando los médicos le detectaron un efisema pulmonar.

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Desde entonces estuvo hospitalizado varias veces en estado grave, pero logró volver a los escenarios, asistido por lo que él llamaba un "micrófono de MacGyver", en alusión al personaje de una serie de TV estadounidense, que le proveía oxígeno.

Con los años, su salud se fue deteriorando y en 2008 se hizo pública la noticia de que necesitaba un trasplante cardiopulmonar, con sus pulmones funcionando a menos del 10 por ciento de su capacidad.

En una entrevista a fines de 2006, cuando ya estaba muy afectado por su enfermedad, contó que había rechazado ofertas para hacer publicidades de cigarrillos.

"Estaría hipócritamente propagando el veneno que a mí me llevó adonde estoy. (...) Pero para mí es como ofrecerle un pibe (niño) a un pedófilo, aunque suene fuerte el ejemplo", dijo.

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La popularidad de El Gitano hizo que cada 19 de agosto, para su cumpleaños, decenas de mujeres se congregaran frente a su casa en la localidad de Banfield -unos 20 kilómetros al sur de Buenos Aires-, cercada por un enorme muro para evitar el acoso de sus seguidoras.

Al festejo se sumaban todos los años imitadores del artista, que frente a su vivienda hacían un show emulando sus características cejas levantadas y el temblor de sus labios al cantar.

El artista confesó que se vio obligado a construir el "paredón" porque sus seguidoras le pintaron varias veces la fachada de la casa, se metían en su propiedad y le repetían de memoria los diálogos de sus películas. Y hasta llegaron a robarle dos perros.

"Soy un prisionero de Sandro. El me obliga a realizar ciertas cosas que a mí no me gustan (...). Quiero vivir como Roberto Sánchez o Don Sánchez, como me gusta que me llamen", dijo una vez.

A comienzos de la década de 1970 actuó en el Madison Square Garden y todo parecía indicar que comenzaba su carrera internacional. Pero eso no sucedió. Según contó, se negó a firmar un contrato por 10 años con condiciones que le parecían excesivas y dijo ser "muy rebelde" para eso.

Con orgullo afirmaba que seguía interpretando sus canciones con los mismos tonos que décadas atrás y que antes de resignarlos prefería no volver a cantarlas.