AFP-AP
DUBÁI .- El rascacielos más alto del mundo, Burj Dubái, símbolo del crecimiento desmesurado de Dubái, se inaugura hoy, en medio de extraordinarias medidas de seguridad y con un alarde de fuegos artificiales.

El edificio de acero y vidrio se exhibe como una construcción intrépida en el escenario mundial, a pesar de las dificultades económicas de la ciudad-estado, que está al borde de la catástrofe financiera.

El emirato, que se endeudó a fondo para financiar proyectos faraónicos, está en un proceso delicado de renegociación de su deuda y enfrenta una aguda crisis de su sector inmobiliario.

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El 14 de diciembre, Dubái fue salvado en el último minuto por Abu Dabi, el miembro más rico de los Emiratos Árabes Unidos, que aportó $ 10.000 millones, con los que se pudo pagar una deuda de $ 4.100 millones que tenía su gigante inmobiliario Nakheel.

El emirato de Dubái, cuyos recursos petroleros se agotaron por sus innumerables deudas para financiar inmensos proyectos, tiene una deuda pública de más de $ 100.000 millones.

La seguridad del acto está a cargo de unos mil agentes, entre civiles y tiradores de élite.

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Los creadores del edificio Burj Dubái -que en lengua arábiga significa Torre Dubái- guardaron un secreto hasta su inauguración: su altura final.

Solo se sabe que tiene más de 800 metros, eclipsando a su más inmediata rival, la Taipei 101, en Taiwán.

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Además, la torre cuenta con el mayor número de pisos, 164, y el mayor índice de ocupación que cualquier otra del mundo. Su terraza de observación está en el piso 124, cifra que también es un récord.