La inusual división de los países en desarrollo y la confrontación de estos con los países considerados ricos caracterizaron la jornada de ayer en la cumbre climática que se desarrolla en Copenhague.

Las naciones en desarrollo, que enfrentan enormes retos climáticos, protestaron ayer por un borrador de resolución que permitiría que los países ricos redujeran menos sus emisiones y que las naciones pobres enfrenten límites más severos sobre los gases invernadero y más condiciones para recibir fondos.

Además, el sudanés Lumumba Di-Aping, jefe del bloque de 135 países en desarrollo, dijo que los 10.000 millones de dólares anuales propuestos para ayudar a que las naciones pobres enfrenten el cambio climático “palidecen” en comparación con más de un billón de dólares para rescatar a instituciones financieras. “Esos 10.000 millones no servirían siquiera para comprar ataúdes suficientes para los ciudadanos de los países en desarrollo”, señaló.

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Pero además surgió una marcada división entre los países en desarrollo: el pequeño país insular de Tuvalu, nueve atolones de coral en el Pacífico Sur y 11.000 habitantes, sorprendió a los negociadores al pedir que China, Arabia Saudita, India,  Brasil y otros países en desarrollo considerados ricos acepten compromisos vinculantes (obligatorios) en el futuro acuerdo contra el calentamiento. Pero estos países se opusieron, pues temen un retraso en su crecimiento económico.

Según el vigente Protocolo de Kioto, solo los países industrializados que hayan suscrito el tratado tienen la obligación de cumplir con los compromisos del acuerdo.

La división dentro del bloque de países en desarrollo es bastante inusual, ya que este tiende a hablar con una sola voz.

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Actualmente, más de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) proviene de países en desarrollo, principalmente China, India y Brasil. EE.UU. emite el 25% de los gases de efecto invernadero.