WASHINGTON, DC |

El lunes estuve en una cena con individuos de casi todos los continentes unidos por una sola causa: estábamos celebrando la caída del Muro de Berlín hace 20 años y honrando a los héroes de esa histórica victoria de la libertad sobre la tiranía. También estábamos allí para recordar a las víctimas del socialismo, que muchas veces son olvidadas.

Sascha Tamm, quien nació y creció en Berlín del Este, dijo: “La gente no se puede imaginar lo que era vivir a tres kilómetros de un muro que no podías atravesar… Antes del muro, mi vida entera estaba determinada. Después del muro mi futuro estaba abierto”.

Alan Charles Kors, profesor de historia de la Universidad de Pensilvania, indicó que en Occidente los terrores del comunismo y de aquellos regímenes que aplicaron el “socialismo real” no han sido reconocidos, a diferencia de aquellos terrores del fascismo. Esta diferencia ha derivado en que hoy en día, por ejemplo, figuras como Mao Zedong y Che Guevara merezcan estar en camisetas para todo joven idealista (o a la moda) sin que esto sea considerado el equivalente moral de usar una camiseta con la esvástica. Kors se preguntaba: “¿Por qué decir que uno es antinazi es símbolo de orgullo pero decir que se es anticomunista provoca una burla?”.

El historiador de la Universidad de Massachusetts, Paul Hollander, cree que las respuestas morales distintas al comunismo y nazismo se deben a que las atrocidades comunistas son percibidas como “efectos secundarios de intenciones nobles”, mientras que aquellas del nazismo son percibidas como el resultado de la maldad pura sin el respaldo de una ideología atractiva. Sin embargo, Hollander concluye que “El fracaso del comunismo soviético confirma que los humanos motivados por nobles ideales son capaces de infligir un terrible sufrimiento con una conciencia limpia”.

Sin restar repudio al asesinato de seis millones de judíos durante la Alemania nazi, Kors aseveró que “Ninguna causa de la humanidad alguna vez ha causado más muertes o huérfanos que el socialismo en el poder”. Veamos: el Kremlin mató de hambre a seis millones de ucranianos; Mao hizo lo mismo con decenas de millones de chinos durante aquel descabellado experimento llamado “El Gran Salto Adelante”; Ho Chi Minh envió a 850.000 jóvenes a la tumba cuando dizque los estaba enviando a “campos educativos”. ¿Sabía usted que se le atribuyen 20 millones de víctimas a la Unión Soviética? ¿Sabía que a Mao se le atribuyen 60 millones?

Kors terminó su charla diciendo que en Occidente somos casi mudos acerca de los crímenes del comunismo. Señaló que por qué si castigamos a los nazis (incluso hasta arrestando a viejos de 90 años), como debía ser, no hicimos lo mismo con los líderes socialistas.

Mientras tanto yo pensaba: algo anda muy mal en América Latina cuando la mayoría de nuestros líderes felicitan a un dictador que lleva más de 50 años oprimiendo a los cubanos (varios hasta realizaron una visita de Estado) pero no celebran la caída del muro ni dicen nada cuando se están empezando a construir otros muros en su vecindad.