En varias ocasiones, la menuda figura de unos 40 a 60 kilogramos de peso con su pelaje amarillo con manchas negras en forma de anillos  se cruzó por la cámara-trampa, escondida entre los árboles. Fue en septiembre del año pasado  cuando el jaguar (panthera onca), se dejó ver por primera vez en imágenes tras tres meses de haber sido colocados los equipos fotográficos.

Entre las gráficas donde se ven hojas de árboles, aves y otros animales, el felino aparece en varias tomas. Era el material que se necesitaba para demostrar que el jaguar, aquel animal al que ya se lo daba por extinguido en Cerro Blanco, estaba vivo y en buen estado.

“Aquí está la prueba porque todavía hay gente dudosa que dice que es imposible que el jaguar esté aquí”, expresa Eric Horstman, director Ejecutivo de la Fundación Probosque, organización que maneja los planes de conservación de Cerro Blanco desde 1993.

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El monitoreo continúa, pero ahora surge la preocupación por la falta de recursos para seguir con  la investigación y sobre todo la conservación de la especie porque, según habitantes cercanos a Cerro Blanco, el jaguar se come a los perros. “Eso indica que el felino no está encontrando sus presas dentro del bosque protegido”, comenta Horstman.

Demostrar la existencia del mamífero fue el resultado de un trabajo iniciado hace dos años, con avistamientos en el bosque, pero sin resultados precisos. También a través de la toma de huellas dejadas por el animal en época de invierno, así como de las heces, pero que tampoco lograron determinar exactamente que se trataba del jaguar.

Fue en verano del año pasado cuando, con un aporte de 2.500 dólares de un donante de Estados Unidos, se logró emprender el proyecto de monitoreo y adquirir tres cámaras fotográficas-trampas, equipos que han sido utilizados con éxito y con objetivos similares en otros países. Tras el daño de una de ellas, las dos fueron colocadas en los lugares donde se había detectado la presencia del animal.

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La cámara se activa de forma automática cuando algo atraviesa el rayo láser. Se registró de todo, incluso a un ‘cazador infraganti’ con un arma de fuego, dice el también biólogo, quien describe al animal como un felino grande al que la gente a veces lo confunde con el tigrillo. “Este es mucho más grande. Las huellas son casi del tamaño de la mano de un ser humano adulto”, comenta.

Se trata de una especie ‘superadaptiva’ y se lo puede encontrar desde bosques de tierras bajas hasta los 2.000 metros de altura en los Andes.

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Durante el monitoreo, en diversos días y en diferentes horas, las cámaras han captado varias tomas, en las que se constata que se trata del mismo felino porque las manchas de los jaguares son como las huellas digitales del ser humano, ‘únicas’, explica Horstman.

Actualmente solo permanece  una de las cámaras-trampa en el lugar porque la segunda también  se dañó. No se han registrado nuevas imágenes del jaguar, según    el biólogo Paúl Cun; sin embargo, en estos días  se revisarán  las que se captaron en los dos últimos meses.

“Por el momento sabemos que hay un individuo”, sostiene Horstman al señalar que si tuvieran más cámaras las colocarían en otros sectores para registrar los movimientos y detectar la presencia de otros jaguares en el bosque.

Refiere que a la par también se hace necesaria una campaña de concienciación a la población para cuidar al animal porque –según indica– todavía hay muchos prejuicios  al pensar que  busca a las personas para atacarlas y por eso lo matan.

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“Se escuchó que un cazador había matado a una hembra preñada, y de otro que tenía la piel y el cráneo de otro animal. Es una lástima porque es un animal carismático y si no lo provocan no hace ningún daño. Nosotros caminamos en el bosque y no tenemos miedo, más insegura es la ciudad”, dice.

Advierte también la necesidad de la intervención de las autoridades para ampliar la zona de protección porque las 6.078 hectáreas que tiene Cerro Blanco no son suficientes para el jaguar, quien en busca de alimentación, venados y saínos, se desplaza fuera del bosque protegido a otras manchas de bosques ubicadas en  propiedades privadas  cercanas.

“Al salir del área protegida pueden ser víctimas de cazadores y si no actuamos todos, se extinguirá”, dice Horstman.

Detalles: Autogestión
Ecoturismo
Las visitas al Bosque Protector Cerro Blanco son una fuente de ingresos para los proyectos. Por ello hay recorridos los fines de semana de 08:00 a 16:00.

Costos
Niños $ 3 y adultos $ 4, además $ 7 para el guía del recorrido que dura una hora y treinta minutos. Información a bosqueprotector@yahoo.com. 2874947 - (09) 413-5730