Cuando  se crearon las ciudades, resultado del asentamiento humano, el principal objetivo de sus construcciones era el abrigo. La arquitectura como tal   se dio a conocer en el Renacimiento (siglo XV), con el descubrimiento de la perspectiva.

Hoy,  en el Día Mundial de la Arquitectura, definirla    como el arte y la ciencia de planear, proyectar, diseñar y construir espacios habitables, no parece suficiente.

La sostenibilidad  o la búsqueda de ella  es  el imperativo arquitectónico  del  siglo XXI,  en tiempos de globalización y   deterioro ambiental.

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Pero, ¿qué busca  la arquitectura sostenible?  según Florencio Compte, director de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, su principal objetivo es  minimizar el impacto ambiental. 

Natural,  verde, bioclimática, de ahorro de energía,  high tech, low tech,  sostenible o sustentable. Son algunas tendencias arquitectónicas que intentan aprovechar los recursos naturales como la luz, sombra, corrientes de aire y agua para beneficio del habitante.

La búsqueda del ser humano  por armonizar con el entorno no es nueva. En  la civilización griega o romana se pueden observar el aprovechamiento de la luz solar en la construcción. En el siglo XVIII los arquitectos hablaban ya de la unión con la naturaleza y de la arquitectura verde, aunque la tecnología trajo consigo totalmente lo contrario.

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La revolución industrial (inicios del siglo XIX) desembocó en el hacinamiento de  las ciudades y así nació  la arquitectura moderna, con el objetivo de asumir las necesidades habitacionales de la población.

Los antiguos materiales, como la piedra y la madera, pasan a ser sustituidos gradualmente por el hormigón y más tarde por el hormigón armado,  el metal y el vidrio. 

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Así nació  lo materia urbanística y la intención formal de llevar las ciudades hacia ‘lo sostenible’.   Según Douglas Dreher, coordinador general de Arquitectura Proyecto Regeneración Urbana Guayaquil, “en la ciudad es poco lo que se ha construido bajo los parámetros de sustentabilidad”. La mayoría de proyectos  de este tipo está en el área turística  fuera de la urbe.

El principal problema es el desconocimiento. “La arquitectura sostenible no tiene que costar más”. Pero los clientes piden lo que les gusta, y nadie les dice que existen más posibilidades, explicó Dreher.

Otro problema existente, según él, es la construcción en masa, “cuando la ganancia prima sobre lo necesario”.

Esta construcción no afecta  al ambiente, sino que destruye la vida en sociedad porque está edificada en pequeños grupos cerrados  ubicados a las afueras de la ciudad y  no hacia el centro como en las sociedades anteriores.

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Se pueden observar referentes sostenibles en la arquitectura tradicional guayaquileña.

Los patios interiores,  balcones y   ventanas con celosías son algunos elementos  arquitectónicos tradicionales que se usaban en Guayaquil y aprovechan el clima de la urbe. 

Sin embargo, estas experiencias   tampoco son usadas en la  ciudad, salvo en aislados casos, donde “sí se busca unir  la expresión  contemporánea  ligada a lo tradicional”, confiesa Florencio Compte, respecto a la situación arquitectónica guayaquileña.

Aunque los incendios (entre 1893 y octubre de 1896) destruyeron la ciudad y no existen muchos  inmuebles  antiguos, en Guayaquil   hay varios  ejemplos de arquitectura moderna que data de la época  los años treinta,  como  el edificio Cóndor, en el centro (Nueve de Octubre y Chile), el Museo Municipal y la capilla del Perpetuo Socorro (José Mascote y Maldonado).  

La ciudad ha transitado hacia lo actual o posmoderno y las grandes edificaciones que existen en la av. Francisco de Orellana son prueba de ello.

El uso de vidrio, bicarbonato  y aluminio es visible en esta zona  porque son elementos actuales, ‘de moda’ y es un área netamente comercial, simbolizan globalización, transparencia y modernidad.

Pero Guayaquil aún no da el paso hacia la arquitectura con conciencia ambiental. Cualquiera que sea la tendencia en la que se trabaje, todas deben apuntar a la  renovación de  lo que ya existe, el control del desarrollo de las periferias y el rescate de  la identidad cultural de la ciudad.

Bases
La arquitectura sostenible debe tomar en cuenta todos los procesos implicados en una vivienda, tales como el ecosistema sobre el que se asienta, los sistemas energéticos que fomentan el ahorro,   los materiales de construcción,  el reciclaje y  reutilización de los residuos que genera.