El error del gobierno interino de Micheletti de haber declarado este domingo un estado de sitio puede que cubra un detalle importante: en Honduras todavía existe la independencia de poderes, algo que hace rato dejó de existir en Ecuador.

En Honduras, las autoridades del gobierno interino han intentado resolver la crisis política que afecta a dicho país concentrándose en llevar a cabo un proceso electoral para el 29 de noviembre. Han cometido errores, sobre todo este último domingo cuando el Ejecutivo suprimió garantías constitucionales y clausuró una estación de radio y un canal de televisión críticos al Gobierno. No se puede defender la Constitución suspendiendo sus garantías, ni la democracia tomando medidas propias de una dictadura. Pero Micheletti, acorralado por una comunidad internacional que parece desconocer a todas las autoridades hondureñas, cayó en la trampa de Zelaya.

Afortunadamente, en Honduras parece que todavía hay división de poderes. Ayer, el Congreso hondureño se manifestó enfáticamente en contra del decreto presidencial que declaraba el estado de sitio y le pidió a Micheletti derogarlo. Acto seguido, Micheletti prometió dialogar con la Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral y los candidatos presidenciales para posiblemente derogar el decreto para fines de esta semana. Vamos a ver qué pasa. Pero ¿Se imagina a la mayoría en el Congreso de Alianza PAIS censurando un decreto del Ejecutivo? Si la memoria no me falla, la última vez que un bloque en el Congreso intentó censurar un decreto del Ejecutivo fue a principios del 2007, cuando este ordenó por decreto una consulta popular similar a la que Zelaya ordenó en su decreto del 26 de mayo del 2009.

Acá ya hubo un desenlace a la crisis constitucional que ese decreto desató y fue muy distinto. El presidente Correa convocó inconstitucionalmente a una consulta popular y el Congreso pidió alterar la propuesta, ignorando su inconstitucionalidad, pues la veían como un suceso inevitable por la popularidad del Mandatario. Luego el Tribunal Constitucional se pronunció en contra de tal consulta. Cuando sucedió esto una turba violenta agredió a los vocales y los ecuatorianos vimos en televisión cómo un Presidente popular puede violar la Constitución, y la independencia de poderes plasmada en ella, frente al aplauso de muchos en casa y el silencio de la comunidad internacional.

Ese fue el principio del fin de la democracia en Ecuador. Hoy no hay entidad del Estado ecuatoriano independiente del Ejecutivo. A los jueces de la Corte Suprema se los obligó a renunciar luego de ser aprobada la nueva Constitución. A los miembros del Tribunal Constitucional se los reemplazó mucho antes por unos que sepan seguir órdenes. Todas las comisiones del Congreso son encabezadas por un miembro del partido oficialista. Y no hay esperanzas de que eso cambie en el futuro cercano, ni con unas nuevas elecciones dado que estas también serían organizadas por un organismo capturado por el Ejecutivo.

Una semana antes del 28 de junio el presidente Rafael Correa visitó al entonces presidente Zelaya para “asesorarlo” en la creación de una Asamblea Constituyente. Es probable que ambos pensaron que sería fácil repetir la jugada en Honduras. Pero en Honduras había (y sigue habiendo) separación de poderes.