Tal como sucedió con la publicidad oficial, los transitorios pajecillos del poder no han tenido empacho en admitir que el nuevo proyecto de impuestos que grava la importación de papel periódico y clava el IVA a la venta de los diarios es una suerte de vendetta por la mala conducta de la prensa independiente. Después de todo, lo ha dicho –y el Supremo jamás yerra– que los medios de comunicación independientes son, según él,  un simple “negocio”, y que carecen de legitimidad para opinar, informar, investigar, denunciar, etcétera. Les vamos a dar duro en lo que le duele a estos señores, en sus bolsillos, ha dicho.

Si eso fuese cierto, si la prensa independiente no fuese sino un negocio,  entonces estos señores no saben de negocios.  Y es que ciertamente después de dos años de gobierno, el mejor negocio de la prensa independiente hubiese sido no ser independiente.  Para los diarios, las radios y la televisión habría sido un excelente negocio convertirse en simples esbirros del Supremo.

¡Ah! Cuán bien estarían los medios independientes, cuánto dinero ganarían,  cuán tranquilos estarían los periodistas y editores, cuán sosegada sería la vida de los columnistas, de los reporteros, de los presentadores de noticias, si nada hubiesen dicho sobre los contratos del Hermano Mayor y la facilidad con la que obtuvo dinero de la CFN; sobre los vínculos entre el Gobierno y las FARC; o el proyecto en que está involucrada Enarsa,  la niña mimada de los Kirchner y Don Julio; o sobre la manipulación del  texto –no en la forma, sino en el fondo– de la Constitución de Montecristi, y cuyo encubrimiento acaba de hacerse público; o sobre la compra de los diputados en Puembo o sobre el centro de cómputo electoral clandestino; o de cómo se borraron las evidencias de las computadoras de la Policía; o sobre las atrocidades de Dayuma.

¡Ah! Cuán diferente, cuán fácil, cuán rentable habría sido la vida de los medios independientes y de los periodistas. Ningún insulto desde la cantina sabatina, ninguna vulgaridad,  nada de impuestos –discriminatorios e inconstitucionales, por cierto, porque favorece a los medios gubernamentales–, nada de juicios penales, nada de cierres a  Teleamazonas.  Nada de leyes mordazas. Nada de marchas espontáneas financiadas por Don Camilo.  Nada de eso les hubiese ocurrido a estos señores. Periodistas tontos, necios. Aprendan de los Cisneros de Venezuela y otros similares. Ellos sí que saben de negocios. Les llueve la publicidad oficial, nadie los amenaza. Ellos se callan, no critican, son dóciles perritos del poder. (Harán por allí uno que otro comentario medio tibio para aparentar pero nada más…) .

Ustedes no han sabido de número, entonces.  Son peor que esos contadores que nos gobernaron, esos ignorantes de economía. Olvídense de la libertad de información y toda esa basura. Olvídense de los tratados de derechos humanos, que  acá nadie les hace caso. Dedíquense a hacer billete. Agachen la cabeza y cierren los ojos. No critiquen al Gobierno, no denuncien nada. Verán cómo ganan plata y todo les va bien.