En este, el último llamado a las urnas del actual ciclo, el presidente Correa salió nuevamente victorioso, cercano a la mayoría absoluta. En el referéndum sobre si continúa o no en la Presidencia, de los votantes que se pronunciaron (6% sufragó en blanco), 45% dijo sí y 48% lo rechazó, votando por otro candidato o nulo.

Algunos colegas columnistas se preguntan si con el cierre del ciclo electoral el Presidente finalmente comenzará a gobernar y dejará de hacer campaña.

Casi unánimemente los colegas se refieren, con desazón, a las declaraciones del presidente  que continuará en campaña y concluyen que nada cambiará.

En efecto. Es un nuevo estilo de gobernar. Es el giro que se le ha dado en los países andinos a una tendencia mundial.

Cada día el mundo está más conectado; las encuestas se vuelven más ágiles y hacen mediciones más sutiles. Los presidentes de todo el mundo se acercan a la opinión pública y gobiernan sintonizados a ella. En Estados Unidos, Clinton fue un presidente más cercano al electorado que sus predecesores, y Obama más que Clinton. En Gran Bretaña, Tony Blair fue un éxito mediático. Correa significa que está años luz por delante de los políticos desplazados.

En Latinoamérica, esta política se inauguró en algunos países con el retorno de los militares a los cuarteles.

El presidente Chávez es el mayor cultor de esta tendencia en América Latina, pero debido a la menor institucionalidad de los países andinos y lo débil de las raíces del respeto a los derechos de las personas, ha tomado un cariz autoritario.

El Presidente venezolano prioriza su relación directa con el electorado, logra su apoyo mediante la entrega de subsidios directos. Lo más reciente es el menoscabo del poder a alcaldes y gobernadores; Venezuela es ahora una república federal solo en nombre.

Cuando el presidente Correa proclamó a Chávez líder de una nueva tendencia en Latinoamérica y que él, Correa, es el abanderado en Ecuador, se refería más a la forma de gobernar que a los contenidos.

Pero el estilo de Gobierno limita el tipo de acciones que puede seguir el Presidente; la casi imposibilidad de llevar adelante políticas necesarias para el futuro del país, en la medida que conlleven una dosis de esfuerzo y sacrificio. Es como una empresa en que la mayoría de las acciones está en un sinnúmero de accionistas pequeños que insisten en que se repartan todas las utilidades y no quede nada para inversión.

El Presidente continuará en campaña. Habrá “muerte cruzada” con la Asamblea si esta manifiesta tener criterio propio. Las cortes estarán subordinadas. El Banco Central recibirá órdenes desde Carondelet. No se reconocerá el derecho de representación de entidades de la sociedad civil (sindicatos, cámaras). El Gobierno contará con recursos ilimitados para promoverse; lloverán los plebiscitos sobre temas controvertidos.

Democracia directa, dice el presidente Correa; presidencialismo plebiscitario es uno de los nombres dados por politólogos. El presidente Correa permanecerá en el poder mientras sea popular, o al menos mientras su control de las instituciones lo permita. Su mandato terminará, en dos o veinte años, también por vía plebiscitaria: revocatoria de mandato.