A propósito de que el presidente Rafael Correa expulsó del país a dos funcionarios de la embajada norteamericana, acusados de entrometerse en cuestiones ajenas a sus funciones o de ser miembros de la Agencia de Inteligencia, CIA, que pasaban información de oficinas policiales del Ecuador, se reafirma la política del Gobierno de expresar su rechazo a lo que ellos llaman “El Imperialismo Norteamericano”.

Viene bien entonces hacerle conocer al Presidente socialista del siglo XXI, que rige los destinos del Ecuador, que en los años sesenta en nuestra patria había una élite de dirigentes socialistas del más alto nivel científico, político y cultural que dirigían la Universidad Central en Quito, encabezados por su rector, el ilustre jurista Dr. Alfredo Pérez Guerrero (cargo que lo desempeñó con toda entrega y amor a la causa de la patria y la universidad, por casi doce años), quien era un socialista de alta formación; y el vicerrector era nada menos que Manuel Agustín Aguirre, este sí marxista convencido, autor de varios libros de economía y de materialismo histórico.

Fueron estos personajes los que al presentar su informe de labores, que consta en el libro denominado “La universidad ultrajada” -impreso en 1974 por Editorial Universitaria, Quito; prolongado nada menos por otro socialista de la talla de Ángel Felicísimo Rojas, gloria de los letras nacionales- en la página 31, nos hacen conocer que la Universidad Central de Quito recibió ayuda económica de la fundación Rockefeller para la facultad de Agronomía por la suma de $ 350.000 en equipos y laboratorios del Gobierno de Estados Unidos (punto IV); para la facultad de Ciencias Económicas por $ 375.000; (punto IV) para los institutos de Ciencias Básicas para Ingeniería por $ 795.500; además de haber recibido la estrecha colaboración de profesores y expertos de ese país. Para concluir, afirma Pérez Guerrero que sería muy difícil dar límites de lo positivo que significó esta valiosa colaboración.

Publicidad

Cuando uno lee que estos ilustres socialistas, gente de enorme erudición, inteligencias cultivadas en profundos conocimientos de historia, economía, político, sociología, política internacional; jamás negaron en los años sesenta haber recibido sumas que incluso ahora son muy respetables, pese a ser de ideologías radicales muy contrarias a la de los donantes, unocomo ecuatoriano queda con una profunda reflexión de cómo actuaban los socialistas de 1963: con qué transparencia de procedimientos, con honestidad a toda prueba.

Ni el más grande calumniador de la República ha osado cuestionar la labor patriótica de un socialista, maestro universitario, jurista de la talla de Pérez Guerrero, quien sí supo apreciar donaciones norteamericanas para beneficio de los jóvenes universitarios del Ecuador. Ojalá, presidente Correa, usted, que estudió en ese maravilloso país, cambie su política exterior ahora que vientos frescos corren en la Casa Blanca con el abogado Obama; un ejemplo: el cambio de ese Gobierno respecto de Cuba, luego del desastre de Fidel Castro.

Francisco Pesántez V.,
abogado, Guayaquil