Diciembre fue un mes en el que muchos ecuatorianos adquirieron deudas con tarjetas de crédito. El 11% de los consumos, se estima, se fijaron  con dinero plástico.

Para los especialistas, lo mejor, en un año que se prevé que será difícil, es comenzar a reducir esos niveles de deuda, sobre todo en aquellas que tengan una  tasa de interés variable.

Alfredo Pera, director general del Instituto de Desarrollo Gerencial (Indeg), considera que lo importante es adecuar el flujo de pagos por deuda a las reales posibilidades.

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“Las compras recurrentes hay que pagarlas cada mes, sino se convierten en una bola de nieve”, dice.

Si por circunstancias imprevistas se afecta el flujo, una opción, según Pera, es que el deudor se acerque al banco emisor de la tarjeta para que explique la circunstancia y pedir una reestructuración de los pagos.

De recurrir al uso de la tarjeta para adquirir un bien o servicio, Alberto Ávila, gerente de Consultoría de Deloitte, estima que se debe comprar solamente aquello que se presupueste y que pueda ser pagado con la liquidez que se dispone.

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 “En caso de tener que usar la tarjeta de crédito, no mantener diferidos por más de tres meses”, afirma.

Uno de los aspectos que más se recomienda a los usuarios de tarjetas es analizar  la tasa de interés que se paga por las deudas.  Un oficial de crédito de un banco local asegura que muchos  solo cancelan el mínimo que se muestra el estado de cuenta, con lo que dejan que se engrose su monto de deuda.

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A ello se suma la necesidad de revisar el número de tarjetas que realmente se requiere.