La basílica menor de Montecristi fue cerrada ayer mediante decreto canónico por el arzobispo de Manabí, Lorenzo Voltolini, mientras unas 500 personas se tomaron las instalaciones del templo, que fue resguardado por la Policía para evitar desmanes.

Tras abrir abruptamente una de las puertas de acceso de la Basílica Menor de Montecristi, cerca de 500 habitantes de esta ciudad decidieron tomarse ayer sus instalaciones luego de enterarse,  a través de un programa religioso que se emitía en las cadenas televisivas de Manabí, el anuncio de que la iglesia se cerraba  de manera indefinida.

Luis Moreira, uno de los manifestantes, aceptó que la toma de la basílica fue arbitraria, pero considera que más atentatoria fue la decisión del arzobispo de Portoviejo, Lorenzo Voltolini, quien a través de un programa religioso anunció la medida de que la iglesia de Montecristi cerraba sus puertas en forma indefinida por falta de garantías para los sacerdotes.

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“La noche del (pasado)  sábado el sacerdote Geovanny Mera, quien estuvo a cargo de la basílica mientras estaba en licencia el anterior sacerdote, Reinaldo Franco, anunció en plena misa que para hoy (ayer) la ciudad tendría una sorpresa, pero jamás tuvo los pantalones para decir que iban a cerrarla”, declaró Moreira.

Fue precisamente el accionar de Franco, como sacerdote de Montecristi, el que motivó el reclamo de la ciudadanía, que desde el pasado 30 de octubre realiza movilizaciones que conllevaron a que el pasado 2 de noviembre se tomaran por primera vez la basílica.

Ante ello, el propio Voltolini llegó a mediar en este reclamo y propuso que a Franco se le concediera una licencia de 30 días, para en ese lapso resolver los reclamos que se generaban en su contra, entre los cuales los montecristenses reconocían como despotismo, incremento en los costos de los servicios religiosos que ofrece la iglesia y cambios al interior de esta.

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Si bien en esa fecha,  la ciudadanía aceptó los términos de Voltolini, ayer la situación cambió al extremo de que la mayoría de reclamantes determinó no salir de la Basílica y exigió un cambio administrativo incluso en el Arzobispado de Manabí.

Joselo Delgado señaló que se mantendrán en el lugar el tiempo que sea necesario y que luego de dialogar con representantes de la Iglesia y la Gobernación entregarán las instalaciones de este centro religioso.

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Quienes también llegaron a resguardar la basílica fueron cerca de 60 miembros de la Policía Nacional y de grupos élite. Jorge Sánchez,  encargado del operativo de seguridad,  sostuvo  que la única disposición es preservar los bienes de la iglesia y evitar  desmanes.

Pero los desmanes sí se presentaron, ya que algunos de los reclamantes reconocieron a una persona que llegó hasta la iglesia como uno de los cercanos al sacerdote Franco. El joven, de unos 25 años, que no quiso identificarse, recibió reclamos de parte de quienes estaban al interior de la iglesia.

Diálogo
Tres horas fue el tiempo en el que gobernador e intendente de Manabí, Vicente Véliz y Alfredo Poggi, respectivamente, utilizaron para dialogar con los representantes de un comité que se tomó la basílica.

La decisión final adoptada pasadas las 17:30 de ayer fue la de que la iglesia permanecerá abierta los viernes y domingos, mientras que los restantes días permanecerá cerrada, por la ausencia de sacerdotes.

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Pero la medida no fue del total agrado de quienes reclaman cambios en el manejo de la basílica, como el funcionamiento del colegio Ciudad de la Juventud, que está regentado por este centro religioso. También están en duda los actos relacionados a la Navidad, que deben iniciarse el 12 de diciembre. El Municipio trataría hoy el problema de la iglesia en una sesión.