Un escritor que no tiene el valor para decir las cosas  nunca dirá nada relevante en su obra, y puede hacerlo también con buenas maneras. Lo cortés no quita la crítica.

Sería interesante, por ejemplo, ver la edición del Quijote que el gobierno venezolano compró a la editorial Alfaguara con el requisito previo de eliminar el prólogo de Vargas Llosa, crítico del gobierno de Chávez. Ese criterio político hizo que los lectores venezolanos perdieran la visión crítica de un gran novelista que, aunque sea un liberal, no deja de ser, y se cuida mucho de confundir ámbitos, uno de los mayores estudiosos de la novela en nuestro idioma, por un prólogo de Saramago, incondicional de Chávez.

El asunto no terminaría allí. Esa misma edición incluye otro prólogo, del entonces Ministro de Cultura, dirigido “a ti joven lector” en la que cita a Bolívar comparándose a Jesús y Don Quijote, y añadiendo, el ministro, al Che Guevara. Chávez nunca ha dudado en asociarse a Bolívar, y hay que ser comprensivo para quien gusta asociarse con quien quiera, pero sí es reprochable invertir en un millón de libros del Quijote, censurar a un escritor y, además, añadir un panfleto.

Esto de sacar y poner a artistas favorables o críticos al gobierno con el dinero del Estado no se puede cubrir con declaraciones de buenas intenciones, sino con hechos. Y un hecho fue lo que ocurrió con ese mismo Ministro de Cultura cuando se prohibió una obra teatral en el Celarg, porque la actriz Fabiola Colmenares, crítica del gobierno venezolano, formaba parte del elenco. Y hay más, mucho más sobre lo que se podrá averiguar durante la Feria. ¿Qué ocurre con escritores venezolanos excluidos o silenciados o que simplemente no son invitados por su Ministerio de Cultura? A Juan Carlos Méndez Guédez, uno de los novelistas más difundidos entre las nuevas generaciones, que fue invitado en el 2002 a una mesa redonda sobre la difusión de la literatura venezolana y que, aprovechando su visita al país, participó en una marcha criticando al gobierno, nunca más se lo ha vuelto a invitar. ¿Y qué ocurre con Alberto Barrera Tyszka y Gustavo Guerrero, ambos premio Anagrama en novela y ensayo? ¿Con Israel Centeno o Ibsen Martínez? ¿Estarán en la Feria? ¿Dialogarán con nuestros representantes? ¿O es que en Venezuela hay listas negras que Ecuador copiará del modelo chavista?

Además de buenos libros ecuatorianos, habrá setenta voces en Venezuela para preguntar. Si los dejan.

* Escritor