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La mayoría de los republicanos condena el rescate por considerarlo una traición de esa ideología.

Ensombrecidos por el peligro económico, los dos partidos políticos importantes entran en la recta final electoral con contrastes en filosofía, estrategia y confianza.

Los demócratas perciben el grito de Wall Street por un rescate gubernamental a la luz de lo que el senador Barack Obama llama “el veredicto final” sobre la ideología del libre mercado que ha reinado, en su mayor parte, en la política estadounidense durante la última generación. La mayoría de los republicanos condena el rescate por considerarlo una traición de esa ideología.

Los demócratas de Obama presionan para que Washington regule las instituciones financieras, incremente el sistema de seguros médicos y redistribuya el ingreso por medio de ajustes al código fiscal. Los republicanos de John McCain buscan dirigir el descontento del electorado hacia la corrupción en Washington, en lugar de a sus prioridades subyacentes, y generar dudas en torno a Obama en lo personal.

Con dinero de sobra, el partido de Obama abraza oportunidades para llevar a los otrora prohibidos estados “rojos” (republicanos) a la contienda presidencial y construir mayorías más grandes en la Cámara de Representantes y en el Senado para promulgar su agenda. El partido de McCain se orienta a una victoria presidencial estrecha en un campo de batalla que se ha reducido, ya que algunos republicanos en el Congreso han empezado a percibir su derrota potencial como un paso a una renovación política.

Quizás un cambio importante
Los primeros indicios de la supremacía conservadora se produjeron en los años 1950, después de que la Coalición del Nuevo Pacto de Franklin D. Roosevelt ganó cinco elecciones al hilo. Las divisiones culturales de los sesenta dieron nueva fuerza a los candidatos republicanos.

Sin embargo, fueron los ingresos estancados de los setenta los que permitieron que Ronald Reagan tejiera las políticas económicas del libre mercado con el conservadurismo cultural y de política exterior en una revolución republicana. En 1994, Newt Gingrich empató su logro en las elecciones del Congreso. Los políticos demócratas como Bill Clinton se adaptaron terminando con el derecho federal a la seguridad social y declarando concluida la era del gran gobierno.

Con el colapso de los mercados, el partido tradicionalmente identificado con un gobierno grande –los demócratas– tiene razón para preguntar si el sentimiento popular ha cambiado en forma decisiva en dirección suya. “¿Estamos viendo hoy otro punto de inflexión?”, escribió Michael Barone, un analista político e historiador, en  National Review,  la semana pasada. “Quizá”.

Los republicanos en la Cámara, en una proporción de dos a uno, se negaron  inicialmente a consentir al rescate que un presidente y un secretario del Tesoro republicanos calificaron de esencial. El temor a las secuelas políticas jugó un papel; 18 de 21 republicanos etiquetados como vulnerables por el pronosticador político Charlie Cook votaron no, al igual que 12 de 17 demócratas vulnerables.

El compromiso filosófico de los republicanos también fue un factor, a un grado que inquietó a algunos líderes partidistas. “En una crisis, los estadounidenses quieren acciones contundentes”, dijo el representante por Oklahoma, Tom Cole, quien es presidente del Comité Nacional Republicano del Congreso. Y en la primera votación por el rechazo al rescate, dijo, el Partido no pudo demostrar eso al electorado.

La mayoría demócrata votó su mayor voluntad de respaldar al presidente Bush como “el primer paso” para cambiar las políticas económicas y alejarlas del  laissez-faire.  Buscan obtener el apoyo del electorado acaudalado de Wall Street y otras partes, que a últimas fechas se ha sentido alienado de los republicanos en los temas sociales.

Los demócratas actuaron como “solucionadores de problemas”, argumentó la contraparte de Cole, el representante por Maryland, Chris Van Hollen, presidente del comité de campaña de los demócratas en la Cámara de Representantes. La “ideología republicana nos metió en este caos”, dijo, “y su ideología dificultó más salir de este caos”.

Rojo y azul brillante
Es claro que los resultados elevaron la planilla demócrata. La ventaja de Obama sobre McCain en las encuestas de opinión excede el margen de error. Los estudios muestran una ventaja de Obama en estados en disputa “rojos”, como Florida, Nuevo México y Ohio, mientras que McCain ha retrocedido en su esfuerzo por tomar los 17 votos electorales “azules” (demócratas) de Michigan.

El equipo de campaña de McCain ha respondido intensificando los ataques contra los antecedentes de Obama, y la compañera de fórmula de McCain, la gobernadora Sarah Palin, ha aseverado que la relación del demócrata con Bill Ayers, otrora personaje de Weather Underground, equivale a “tener amistades terroristas”. Obama ha respondido criticando a McCain por ser “errático” durante la crisis financiera y “radical” para presionar un enfoque de la atención de la salud basado en el mercado que se parece al de Bush.

Los estrategas de ambos partidos ven efectos similares en las contiendas del Congreso. Cook considera que solo un escaño senatorial demócrata está en riesgo, en comparación con 10 de los republicanos.

Los demócratas en la Cámara consideraron optimistamente alguna vez que tenían un colchón de 10 escaños para su mayoría de 235. Ahora, los republicanos en ella dicen que considerarían un logro perder solo 10.

Tampoco temen a la derrota de McCain. Su posición “disidente” ha provocado ambivalencia entre muchos republicanos desde hace mucho. Como lo aprendieron los republicanos en el Congreso con Bill Clinton, y los demócratas con Bush, oponerse a un presidente del otro partido puede ayudar a las minorías legislativas a volver a centrar mensajes y agendas.

“Están resignados a una probable victoria de Obama”, observó Jim L. Brulte, un republicano californiano prominente que alguna vez presidió la dirigencia de su partido tanto en la Asamblea estatal como en el Senado. Los republicanos, agregó, “comprenden que es necesario para poder montar el escenario para retomar la mayoría”.

© The New York Times News Service.