Más allá del horror del ataque y de la presentación del mismo por un canal de televisión (no era necesario mostrar los restos de cabello del menor en el piso de la terraza donde ocurrió la desgracia ni la forma en que los policías acabaron con la vida de los perros, que no tenían puntería para darles un balazo en la cabeza) debemos analizar detenidamente el fondo de todo este horror.
No se acabarán los ataques de canes a personas y a animales eliminando a esos perros, porque el causante siempre estará ahí, es el hombre.
No solo los pitbull atacan, lo podría hacer un chihuahua sintiéndose agredido o asustado; es su forma de defenderse.
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Esos perros pitbull llegaron adultos a la casa del niño, no sabemos sus antecedentes, ni tampoco su forma de crianza, su interactividad con humanos u otros animales.
La ignorancia y la crueldad han llevado a esta raza, por su fuerza y complexión física, a ser utilizada en peleas de perros. Para esto reciben “entrenamiento” desde cachorros, con prácticas barbáricas que lo que consiguen es destruir en el perro la nobleza natural que todos poseen, y convertirlo en un animal desconfiado, temeroso de su integridad, por lo tanto, potencialmente peligroso.
La “culpa” de los ataques no es de los perros, ellos son animales, no tienen sentido de la responsabilidad, siempre esta recaerá en los propietarios.
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Esos perros no eran “mascotas” del menor que fue atacado y falleció, como erróneamente dijeron en las noticias de la televisión, pues los vecinos expresaron que tenían apenas una semana en esa casa.
Animales guardianes encerrados en una terraza no sirven para nada.
Esto es lo que tienen que investigar las autoridades, es lo único que evitará sufrimientos y dolor a más personas.
Aprendamos a respetar la naturaleza.
¿Acaso no basta con modificar físicamente las razas animales a su antojo, para “hacer” perros bajo pedido?
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También a animales les quitan, mediante torturas y abusos físicos desde temprana edad, la nobleza y fidelidad características del perro hacia el ser humano, solo por fines económicos (las apuestas en las peleas de perros pueden ser de miles de dólares).
En este caso, muertos los perros no se termina la rabia.
Paola Koppel Espinoza,
Guayaquil