Los médicos piensan en sus necesidades y cobran siempre sus consultas; otros doctores piensan en organizar paros demandando recursos para..., ¿los pacientes? Las autoridades de justicia piensan también en sus necesidades (y también cobran...), se llenan de casos no resueltos, hacen cumplir la ley a medias o no lo hacen.  Muchos profesores piensan que tienen muchos alumnos y poco tiempo para enseñar, que ganan poco, e imponen disciplina con gritos y sanciones.
Los padres pensamos en dar mejores oportunidades a nuestros hijos; hay progenitores que piensan mucho en trabajar, en exigir respeto con gritos y castigos. Los políticos…, ¿piensan? Sin duda.

 Hemos aprendido a pensar cómo actuar: cómo hacer más dinero, cómo hacer nuestro trabajo, cómo maltratar o matar, cómo difamar... Nos transformamos en lo que pensamos. Pero no hemos aprendido a sentir.
¿Qué siente el paciente si no se lo atiende bien como lo necesita? ¿Qué sienten las víctimas si no se aplica la ley como se debe? ¿Que siente mi alumno si no le tengo paciencia, si no comprendo que está creciendo, si no me interesa que necesita aprender, si no lo motivo a estudiar con ganas, si siempre lo critico? ¿Qué siente mi pueblo cuando actúo irracionalmente, cuando no hago absolutamente nada por él? ¿Qué siente mi hijo cuando le grito, cuando no lo escucho, cuando no tengo tiempo para él?

Definitivamente pensamos en muchas cosas, pero no logramos comprender los sentimientos de los demás, no logramos comprender lo que significa: respetar, amar al prójimo como a uno mismo, porque si no amamos, no sentimos.

Publicidad

Claudia Alejandra Andrade Vera,
ingeniera, educadora en formación, Guayaquil