Jóvenes de entre los 20 y 35 años se dirigieron con sus maletas y la ilusión de ver al día siguiente a Soda Stereo.

Un ringtone con la música de Cae el sol, de la banda argentina, y las conversaciones de los 42 pasajeros develaron que la mayoría viajaba al reencuentro con Cerati, Bosio y Alberti.

“Hola, mami, ya estoy en el bus, te vuelvo a llamar cuando llegue”, “¿por qué hicieron en Guayaquil?”, “¿a qué hora abrirán las puertas del estadio?”, “ojalá no haga mucho calor” eran los comentarios que se escuchaban los primeros minutos del viaje, antes de que el sueño invada a los aficionados que compartían el mismo gusto por los Juegos de seducción.

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Cuatro hermanos, Patricio, Alejandro, Álex y Carla Rodríguez, ubicados al final del bus, eran los únicos que desafiaban la modorra. Patricio se preguntaba si Cerati diría “gracias… totales”. “Si acaba con eso, está compensado el sacrificio”, dijo uno de los hermanos que compraron las entradas para general hace más de un mes.

Alejandro solo repetía que  quería bailar Música ligera con “las monitas”.

Tomar una foto a los pasajeros del bus 163, imposible. En el intento cuatro chicas confesaron que no podían porque dijeron a sus padres que iban a un congreso de jurisprudencia. “Mi mamá no sabe que ando  con mi novio”, exclamó otra chica.

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Una vez que cruzaron la provincia de Pichincha, casi todos se durmieron, solo el calor a la altura del Puente Alterno Norte (PAN) los despertó. A las 06:50 de ayer, antes de pensar en el desayuno, esos 42 fans de Soda Stereo aseguraron sus boletos de vuelta, puesto que en Quito no se los quisieron vender.