Una vez encontré el amor en medio de las rosas. Lo agarré de los élitros –tenía alma de libélula– lo ahogué en el vino tinto que bebí seco y volteado. Ahora estremece sus alas dentro de mí. Otra vez soñé que era una rosa escarlata. Pasó una mujer, me prendió con un alfiler en su vestido, justo entre sus pechos. Desde entonces tengo ansias de jardines con rosas de pura piel, puede estremecerme el más imperceptible perfume.

Una vez vi agonizar a la mujer que había imaginado inmortal. La besé en los labios justo cuando despegó, mi alma se fue con su última brisa cruzando galaxias. Desde entonces no tengo conciencia exacta de quien soy, de donde estoy, pues pruebo el vino con su paladar, huelo las flores con su nariz, oigo la música con su alma. Tengo citas secretas con ella en sueños que jamás puedo recordar porque asoma el sol por enésima  vez. Abro el grifo de la bañera con el desquicio de un ahogado. Me convierto en hipocampo, en estrella de mar: siempre me recuerda el timbre del celular que no debo sumergirme hasta quedar sofocado.

A veces sueño que cavo la tierra hasta dar con el otro polo del planeta, vuelo ignorando la ley de gravedad, abandono mi cuerpo en una cuneta del camino, me cuelo por el sifón del lavabo después de refregarme los dientes. Soy Antígona, mendigo, autista, director de orquesta, junco en el río, espantapájaros, cualquier cosa que podría ser o haber sido. Me disfrazo de viento, levanto faldas; de fuego, dejo mis huellas; de hielo congelo anhelos. Puedo, eso sí, meterme en la piel de cualquier ser humano, desde el santo hasta el proxeneta, desde el recién nacido hasta el moribundo. Hasta llego a ser árbol en busca de lluvia, mirada de perro, aullido de lobo.

Nací para amar hasta morir, volver a otra galaxia donde caiga nieve en verano,  exista un sueño en cada gota de lluvia, pueda devolver bien por mal, sonrisa por rictus. Tan solo por haber aprendido a conjugar a la primera persona el verbo modelo, creo que la vida valió la pena.

En la maleta que ya tengo lista para el último vuelo, solo me llevaré  reservas de amor que no alcancé compartir, palabras reprimidas, miradas que no se atrevieron, todo lo que soñé, todo lo que di. Por un te amo quisiera reencarnarme en lo que fuera.