Natalia Duque, presidenta de los sindicatos de la cadena de supermercados Líder, una de las de mayor expansión en Chile, tiene  30 años de  edad, es soltera y madre de dos hijos. Como cajera recibe un sueldo de  300 dólares mensuales, que, dice, no le alcanzan. “Estoy endeudada  a más no poder, aunque compro lo básico, sin darme gustitos”.

No votó en las pasadas elecciones porque no está inscrita en los registros electorales (en Chile, la inscripción es voluntaria y la votación, si está inscrito, obligatoria), pero le gustaba el mensaje de Michelle Bachelet: “Pensaba que  ella iba  a traer mayores cambios en el tema social y laboral, pero lamentablemente  este país está gobernado por empresarios. La posibilidad de que los trabajadores comunes y corrientes tengamos más oportunidades  es baja”, opina.

Arturo Martínez, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, afirma que “aquí no hay ni luces de socialismo. Chile vive la fase más avanzada del nuevo capitalismo, donde  es más ciudadano el que tiene con qué comprar y se restringe la acción de las organizaciones  sociales, con lo que se termina generando desigualdades”.

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Martínez, quien lideró en agosto una protesta contra el “modelo neoliberal” junto a parlamentarios oficialistas, no cree que Bachelet pueda modificar sustancialmente  el actual orden de cosas. “Perdió el ímpetu inicial y parece resignada a que así son las cosas”.

El partido de la presidenta e instituciones como la Iglesia impulsan medidas a favor de la equidad social, considerando que mantener los niveles de  desigualdad constituye una  amenaza  a la estabilidad futura, y que las arcas fiscales, engrosadas por el alto precio del cobre, hacen posible abordar las demandas sociales postergadas.

Confrontada  a este dilema, la presidenta creó un Consejo para la Equidad Social (con expertos de distinta orientación política) para que propongan, en marzo del  2008, un paquete de medidas que apunten a revertir la brecha.  Pero, al mismo tiempo, según versiones de prensa, ha puesto freno a su agenda laboral con el fin de calmar los ánimos del empresariado.