Los indígenas de la región amazónica han descubierto una mina de oro “animal” entre centenarios árboles y su explotación está aumentando la oferta gastronómica exótica que surge del corazón de la selva.

Las comunidades quichuas de la provincia amazónica de Orellana han incorporado a sus menús los denominados mayones, gusanos que crecen en los árboles de chonta y son asados al carbón.

Los mayones, que saben a crujientes papas, se suman a insectos, mamíferos y reptiles que progresivamente abandonan las mesas diarias de los pobladores amazónicos y también a una gama de recetas a disposición de los 800.000 turistas que visitan Ecuador, uno de los 17 países megadiversos del mundo.

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Las recetas mezclan plantas, tubérculos, frutas y pirañas bagres, monos o manatíes. Toda una oferta para los amantes de los sabores fuertes o dispuestos a romper estereotipos.

“Vendemos muchos. A la gente le gusta comer los mayones por su sabor y porque es un plato poco común, es llamativo”, dijo María Yumbo, una indígena quichua que, junto a sus cuatro hijos, ofrece el plato típico en la feria indígena de la pequeña urbe de 18.000 habitantes.

La ciudad ha sido el escenario para que los quichuas revelen sus secretos ocultos por años en la profundidad de la selva, pues la demanda de su arte culinario crece a diario entre los colonos, no solo por su sabor sino por el ritual en su elaboración.

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Las familias indígenas se preparan toda la semana para ofrecer cada domingo en la feria indígena los platos exóticos.

Los más pequeños son los encargados de recoger los gusanos de las raíces de los árboles. Las mujeres los adoban únicamente con sal “para que no pierdan su sabor natural”, advierte Josefa, una anciana quichua que aprendió el español para poder comunicarse con “los blancos”.

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Mientras que los hombres colocan los gusanos, cuyo tamaño puede alcanzar los 10 centímetros, en pequeñas parrillas vivos y atravesados en un pedazo de madera para su cocción, con la yuca, un tubérculo que acompaña a la dieta de los indígenas.

“Tienen un buen sabor. Después de comer te da mucha energía y aunque su apariencia te hace pensar en comerlos, cuando los prueban no saben mal”, dijo Diego Mendoza, que viajó desde Quito para degustar los gusanos.

Los mayones se reproducen rápidamente en las épocas de mayor lluvia en la Amazonía.