Vestido con chompa, gorra y zapatos deportivos, Damián Condori entró con autoridad a la cancha del coliseo Tito Alfred y arengó enérgicamente y en quechua a sus seguidores.

Cada frase que pronunciaba en su idioma recibía la respuesta disciplinada de sus compañeros, a los que abandona por varios minutos al enterarse que en Ecuador requieren su opinión sobre el desarrollo de la Constituyente boliviana.

“Los pueblos indígenas estamos aquí, de pie, y mandamos un saludo a los hermanos ecuatorianos, a los pueblos indígenas originarios”, afirma en un casi perfecto castellano.

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 Se presenta: “Soy ejecutivo departamental de la Federación Única de Campesinos de Chuquisaca”; luego dice que la Constituyente es una conquista de la que están orgullosos, pues desde que se fundó Bolivia, en 1825, “los pueblos indígenas nunca fuimos incluidos”.

Condori pide reconocimiento legal a las 36 nacionalidades indígenas bolivianas originarias “para tener los mismos derechos u oportunidades, porque hoy somos discriminados, humillados,  marginados y excluidos.
Afirma que quieren que la Constituyente reconozca su bandera, la wipala, y sus conceptos de tierra y territorio.

“Para nosotros, la Constituyente es la vida o la muerte. Por eso hemos perdido vidas. Todo el mundo en Bolivia sabe lo que ha pasado. Quienes quieren que fracase la Asamblea es el grupo de poder político, económico y social que ahora no quiere los cambios profundos, los terratenientes, grandes empresarios y latifundistas del oriente.

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Días antes, en el trayecto entre el aeropuerto de El Alto y La Paz, el taxista Eduardo Taura afirmaba que “con la Constituyente formaremos nuestro propio modo de vida. Nos ha costado días de huelga, paros, bloqueos. Hay mucha de nuestra gente que ignora lo que significa, pero lo que ellos sí saben es que hay una ley que va a ser igualitaria para todos porque aquí en Bolivia el que es pobre es pobre y el que tiene plata tiene cada vez más plata”.

En contra
En su Hostal de su Merced, una casona típica de la arquitectura colonial de Sucre, María del Carmen de Gantier, pequeña empresaria de la ciudad, señala que aunque la Constituyente ha despertado en Bolivia esperanzas de transformación, “estoy en el pequeño grupo que cree que la actual Constitución no es mala, sino que era mal aplicada y necesitaba reformas, no grandes cambios”.

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Asegura que por las expectativas que ha despertado, la Constituyente “no va a dar los resultados que la gente espera y va a haber mucha desilusión e incluso una división aún más marcada en el país”.

“Si va a haber conflicto, lucha fratricida y división, prefiero que el país se parta en dos, en La Paz, Oruro y Potosí por un lado y los departamentos de la media luna por otro”, señala.

A poco más de una cuadra, en una de las esquinas de la plaza 25 de Mayo, frente a la catedral, símbolo arquitectónico de esta ciudad turística, Valeria Durán, estudiante de Derecho de la Universidad San Francisco Javier,  se pronuncia contra la Constituyente, “pues la constitución política del Estado no está mal. Se ha creado un resentimiento y desde el gobierno una supuesta revolución que  fomenta enfrentamientos y se perpetúa en el poder”, dice.

Opiniones

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Damián Condori
Líder indígena de Chuquisaca
“Para nosotros, la Asamblea Constituyente es la vida o la muerte. Por eso hemos perdido vidas y no dejaremos que fracase”.

María de Gantier
Empresaria de Sucre
“La actual Constitución de Bolivia no es mala, sino que es mal aplicada y necesita que se reforme, no grandes cambios”.