Escalofriante la actitud de Cho... Luego empacó su “material promocional” y lo envió a la NBC.  Sabía exactamente lo que quería. Con una de las tres grandes cadenas de EE.UU., el salto al dudoso panteón de los asesinos seriales estaba asegurado. La NBC iba a hacer lo que hizo, ¿alguien lo dudaba?

Por eso la protesta de los dolientes familiares y de la Policía es justa y entendible, pero inútil. Si los asesinatos de Virginia encienden (otra vez) el debate sobre la facilidad con que se adquieren armas en EE.UU. y la violencia social en ese país, hay otra cosa que apenas se ha dicho: cada asesino en serie se convierte invariablemente en un héroe mediático. Cho –sin ir más lejos– admiraba a los adolescentes asesinos de Columbine.

Para entender esa perversa relación entre asesinos y pantalla de televisión  debemos volver a ver los  Asesinos por naturaleza, de Oliver Stone. Penosamente descubriremos que la responsabilidad social de la TV sale perdiendo frente al show de fabricar siniestros héroes.