Centro mi atención en este momento en la presencia de Dios aquí y ahora. Dejo ir cualquier preocupación acerca del pasado o del futuro.

Avanzo consciente de que una abundancia de bien me aguarda. Mis expectativas positivas marcan la pauta para que todas mis experiencias sean beneficiosas

Soy bendecido con bien abundante. La energía sanadora fluye en todo mi cuerpo y mente. Con mis pensamientos alineados con la armonía divina, las decisiones correctas surgen en mi conciencia y tomo el curso de acción correcto. En este momento y por toda la eternidad, Dios y yo somos uno.

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–Mateo 3:15
“Jesús le respondió: ‘Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia’ Entonces se lo permitió”.