Durante los preparativos para la guerra en Iraq, Donald Rumsfeld estimó que el costo global sería de menos de 50 mil millones de dólares. Sin embargo, varios estudios minuciosos indican que la cuenta será de más de un billón de dólares.

Por cada segundo de más que nos quedemos en Iraq, nosotros los contribuyentes terminaremos pagando 6.300 dólares más.

Así es que aparte del cada vez mayor número de cadáveres y todas las demás buenas razones para adoptar un cronograma para la retirada de Iraq, aquí hay otra: estamos gastando vastas cantidades allá que se podrían gastar mejor en el rescate del sistema estadounidense de atención de la salud, en el desarrollo de formas alternas de producir energía y en hacer un esfuerzo serio para reducir la pobreza mundial.

Durante los preparativos para la guerra en Iraq, Donald Rumsfeld estimó que el costo global sería de menos de 50 mil millones de dólares. Paul Wolfowitz argumentó que Iraq podría usar su petróleo para “financiar su propia reconstrucción”.

Sin embargo, en varios estudios minuciosos se han intentado sumar costos diversos, e indican que la cuenta será de más de un billón de dólares –quizá de más de dos billones de dólares–. La suma más elevada sería de un total de 6.600 dólares por cada hombre, mujer y niño estadounidenses.

“Es probable que el costo total de la guerra, incluidos los costos presupuestal, social y macroeconómico, exceda los dos billones de dólares”, escribe Joseph Stiglitz, el economista de Columbia que ganó el Premio Nobel, en un nuevo estudio actualizado que hizo con Linda Bilmes, una especialista en finanzas públicas de Harvard. Su informe acaba de ser publicado en la Milken Institute Review, como una actualización de un ensayo que presentaron a principios de este año.

Solo para poner en perspectiva esos dos billones de dólares: representan cuatro veces más el costo adicional necesario para proporcionar un seguro médico para todos los estadounidenses que carecen de él en la siguiente década. Es 1.600 veces más el financiamiento de Bush para su proyecto energético de hidrógeno, elogiado con bombos y platillos.

Otro estudio, de dos economistas del American Enterprise Institute, partió de suposiciones algo diferentes y llegaron a un resultado algo menor, de alrededor de un billón de dólares. Esos economistas crearon un ingenioso sitio en la Red, www.aei-brookings.org/iraqcosts, donde se puede juguetear con los supuestos subyacentes y llegar a las propias estimaciones personales.

Claro está que se han ocultado muchos de los costos, de los que ni siquiera se ha hecho el gasto todavía. Por ejemplo, más de tres mil veteranos estadounidenses han sufrido lesiones graves en la cabeza en Iraq, y el gobierno estadounidense tendrá que pagar atención las 24 horas del día para muchos de ellos durante décadas. El costo oscila entre los 600.000 dólares y los cinco millones de dólares por persona.

Y también están los pagos por discapacidad que persistirán durante medio siglo. Entre los veteranos de la primera guerra del golfo –en la que el combate en tierra solo duró 100 horas–, 40% terminó recibiendo pagos por discapacidad, que aún nos cuestan dos mil millones de dólares cada año. No sabemos cuántos de los veteranos de hoy reclamarán esas prestaciones, pero en el primer trimestre de este año, más personas solicitaron atención por medio del Departamento de Asuntos de los Veteranos de lo que había presupuestado el gobierno de Bush para todo el año.

La guerra también ha obligado al ejército a ofrecer bonos por volverse a enlistar que en circunstancias excepcionales llegan a los 150.000 dólares. Asimismo, se tendrán que reemplazar antes de tiempo tanques, helicópteros y otro equipo para el campo de batalla ya que el Pentágono dice que se están desgastando hasta seis veces más rápido que en tiempos de paz.

El gobierno no aumentó impuestos para pagar la guerra, así es que la estamos financiando con préstamos solicitados a China y otros países. Esos costos por los préstamos se estiman en un rango de entre 264 mil millones de dólares y 308 mil millones de dólares en intereses.

Y también están los costos económicos para el país en su conjunto. Por ejemplo, el precio del petróleo estaba en el rango de entre 20 y 30 dólares el barril a principios de esta década, pero ahora se disparó a más de 50 dólares, en parte debido a la caída en las exportaciones de petróleo de Iraq y en parte por la inestabilidad relacionada con la guerra en el Medio Oriente. Stiglitz y Bilmes señalan que si solo 10 dólares del incremento es atribuible a la guerra, eso representa una carga total de 450 mil millones de dólares para la economía durante seis años.

El balance final es que no solo hemos malgastado 2.800 vidas estadounidenses y el considerable prestigio estadounidense en Iraq, sino que también estamos pagando 18.000 dólares por hogar para hacerlo.

Aún nos enfrentamos a la decisión de si seguir en Iraq en forma indefinida o imponer un cronograma y retirar las tropas estadounidenses. Estos estudios indican que cada año adicional que mantengamos nuestras tropas en Iraq agregará 200 mil millones de dólares a nuestras cuentas tributarias.

Mi voto sería para gastar una parte de esa cantidad en combatir el paludismo, el sida y la mortandad materna, en reforzar las escuelas estadounidenses y en asegurar atención médica para todos los estadounidenses. Estamos gastando 380.000 dólares por cada minuto extra que nos quedamos en Iraq, y podemos encontrar mejores formas de gastar ese dinero.

The New York Times News Service