Hay fuerzas temibles en este mundo. Por ejemplo, los huracanes que provocan decenas de miles de muertes, dolor, sufrimiento y lágrimas. O el mercado, que puede hacer lo mismo, o mayor daño aún.

Por eso uno no puede ignorar los tornados, como hizo George Bush. Hacerlo es un acto criminal, y el pueblo norteamericano comienza a darse cuenta de aquello.

Tampoco se pueden ignorar las leyes del mercado. Uno puede quejarse de ellas, criticarlas y hasta proponer que se las controle, como muchas veces he hecho yo mismo. Pero no puede darles la espalda, o ignorarlas, o pretender que no existen, como quiere hacer el Congreso Nacional ecuatoriano, aprobando un proyecto de ley que sería absurdo y divertido... si no fuese criminal.

¿Se acuerdan de la famosa Ley de Bancos que los diputados aprobaron entre gallos y medianoche el 5 de mayo de 1994? Cuando la aprobaron, los diputados y los banqueros ladrones brindaron con champán. Cuatro años después el régimen financiero ecuatoriano se derrumbó gracias a los créditos vinculados que esa ley autorizó, y se produjo el más escandaloso atraco que hayamos visto en nuestra historia.

Los mismos que aprobaron ese mamotreto nos convocaron luego, demagógicamente, para que defendamos a los banqueros ladrones en nombre del guayaquileñismo. Cuando nos dimos cuenta del engaño ya era tarde. Todavía encuentro de vez en cuando por ahí viejos amigos que se quedaron en la calle desde entonces, porque los ahorros de toda su vida los perdieron.

¿Se acuerdan de la famosa ley de la AGD que los diputados aprobaron la medianoche del 25 de noviembre de 1998? Nos dijeron entonces que ahora sí los depositantes tendrían sus fondos asegurados. Y de nuevo los diputados y los banqueros ladrones brindaron con champán... pero esta vez en secreto, porque lo que hicieron en realidad fue salvar los intereses de los banqueros ladrones fugados en Miami.

Bueno, les tengo una mala noticia. Los diputados están fabricando en secreto otro monstruo parecido. Se llamará, si se aprueba, “Ley para la rehabilitación de la producción nacional”. ¿Suena bonito, verdad? Pero debería llamarse “Ley para la segunda quiebra bancaria”, porque propone que todos los bancos coloquen obligatoriamente el 75% de nuestro dinero, el dinero de los depositantes, su dinero y el mío, estimado lector, en créditos para los “sectores productivos”.

Ya sabemos cómo se llaman en realidad esos “sectores productivos” que aparecen en esas leyes milagrosas: estafadores, especuladores, acaparadores.

¿Qué pasa si esos “sectores productivos” no pueden garantizar la devolución de nuestro dinero? ¿Qué pasa si luego nos cuentan que lo perdieron todo en un nuevo fenómeno de El Niño? Nuestro dinero lo usarán para jugar a los dados, y si les va mal, ya veremos quién nos salva.

Sigamos. Resulta que el resto de nuestro dinero, el 25% que queda, los bancos lo depositarán obligatoriamente en el Banco Central. Sí, en el BCE, como me oyen. Allí seguirá la misma suerte que el dinero de los pobres afiliados y jubilados del IESS, que peregrinan de oficina en oficina preguntando dónde estará su dinero.

Así pues, pongamos a enfriar el champán para brindar por el nuevo suicidio del Ecuador que preparan nuestros honorables diputados.