Un funcionario del Vaticano atacó el pasado viernes al libro El Código Da Vinci durante un sermón en la basílica de San Pedro, diciendo que el éxito de la obra es un ejemplo de “parasitismo literario y artístico” en una sociedad obsesionada por el sexo.

El padre Raniero Cantalamessa, cuyo título oficial es predicador de la Casa Pontificia, realizó los comentarios durante el sermón que se da los viernes de cuaresma a cardenales, obispos, prelados y superiores de las diferentes órdenes religiosas.

Dijo que algunas personas están hoy dispuestas a creer cualquier cosa porque ya no creen en Dios.  “En una infinita seguidilla de novelas, películas y obras teatrales, hay escritores que manipulan la figura de Cristo bajo la cubierta de nuevos documentos y descubrimientos imaginarios e inexistentes. Eso se está convirtiendo en una moda, un género literario”, señaló en una de sus tantas referencias claras al best-seller del estadounidense Dan Brown.

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En la novela, el misterio de un asesinato persigue a un profesor de la Universidad de Harvard que descubre un secreto sobre la vida de Jesucristo y la sociedad clandestina que ha tratado de resguardarlo a través de los siglos.

La historia cuenta que Jesucristo se casó con María Magdalena y tuvo hijos con ella, una alegación que presenta conflictos con las enseñanzas de la Iglesia Católica que dicen que Cristo nunca contrajo matrimonio, fue crucificado y resucitó al tercer día.

Cantalamessa manifestó: “Nuestro tiempo, obsesionado como está por el sexo, parece incapaz de representar a Jesús de otro modo que no sea como un homosexual, o como alguien que enseña que la salvación se debe encontrar en la unión con la condición femenina y da el ejemplo casándose con María Magdalena”.

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Notas

Lo que se dijo
En su sermón, Cantalamessa se hizo eco de las acusaciones previas que contra el libro vertieron varios funcionarios del Vaticano, que calificaron a la exitosa novela como un ataque a la religión.

Mentiras
En los primeros días de marzo,  el cardenal Tarcisio Bertone, uno de los líderes en la cruzada del Vaticano contra el libro, exhortó a los católicos a rechazarlo y lo calificó de “un montón de mentiras baratas que insultan la fe cristiana”.

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