En una manifestación organizada por el partido gubernamental los taiwaneses se opusieron a la recién promulgada ley contra la secesión, que autoriza al Gobierno chino el uso de la fuerza militar para mantener la unidad del país.

Taiwan se separó de China durante una guerra civil en 1949 y aunque ha mantenido una independencia de facto desde entonces, Beijing continúa considerándola como una parte de su territorio que se encuentra en estado de rebeldía.

El presidente de Taiwan, Chen sui-Ban, que asistió a la protesta rodeado por 500 policías taiwaneses, advirtió que la marcha es “un grito a Beijing por la democracia y la paz”.

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En China, los medios de comunicación estatales fueron críticos con las protestas. Un reporte las describió como “un carnaval político organizado con dineros públicos”.

El diario oficialista China Daily calificó a las protestas como provocaciones para extender el odio y el sentimiento antichino entre los taiwaneses.