No saben a dónde irán después de la remodelación de la terminal terrestre de Guayaquil, que estará lista  en el 2005; sin embargo, los siete jóvenes ciegos que se dedican a alquilar teléfono en este sitio organizaron desde la mañana de ayer reuniones con los funcionarios de la fundación encargada del proyecto para conocer cuál sería su situación.

Daniel Caicedo, quien se dedica a esta actividad desde hace dos años y medio, se reunió con Carlos Shell, asesor comercial de la Fundación Terminal Terrestre, para consultarle si existen o no requisitos para una próxima reubicación.

A Daniel y sus compañeros no les importa si tienen que cancelar alguna tarifa o impuesto por su estadía en el sitio. Les interesa más el trabajo para vivir y poder llevar comida a casa.

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El funcionario –según Daniel– señaló que el proyecto de  reconstrucción de la terminal no incluye la reubicación de los puestos de alquiler de teléfonos.

Magaly Plaza, relacionista pública de la entidad, manifestó que el directorio tomará una decisión sobre el tema en los próximos días cuando sus miembros se reúnan.

“Aún no conocemos si seguiremos trabajando o si nuestra mayor competencia que son los locutorios nos ganarán la batalla”, expresó Daniel y lo apoyó María Díaz, quien también es ciega y alquila teléfono en la terminal.

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Hasta este año, los discapacitados no pagaron ningún valor por el alquiler de su lugar de trabajo, solo los gastos de los servicios que utilizan como energía eléctrica y la línea telefónica.

Los ciegos trabajadores  guardan la esperanza en la promesa que según ellos les hizo el alcalde Jaime Nebot,  en mayo pasado,  que no serán desalojados del sitio y que su trabajo no se verá perjudicado en la etapa de construcción ni en la posterior.