El nombre resbaladera identifica a una bebida antigua y común en Costa Rica y otros países de Centroamérica, mas en Guayaquil, al comienzo del siglo XX, sirvió para bautizar a los locales donde se expendía la sabrosa preparación, que es la chicha de arroz con que nos deleitaban madres y abuelas.
El libro Estampas de Guayaquil del folclorista Guido Garay consigna que en esta ciudad la denominación de resbaladera lo tuvo uno de los más acreditados establecimientos que vendía el refresco durante la primera mitad del siglo pasado. Luego, similares negocios popularizaron el término y por último este se arraigó para referirse por igual a locales y preparaciones.
La chicha de arroz se elaboraba de algunas maneras, pero la más común consistía en remojar, moler y cernir el grano en cedazo de crin de caballo; además del azúcar y hielo, le agregaban leche descremada, clavo de olor, esencia de vainilla, pimienta dulce (de olor), nuez moscada, etcétera, según el gusto del ama de casa. En las fiestas por ‘santos’ y cumpleaños era un ritual brindarla a los invitados; en los salones le añadían helados y la servían acompañada de empanaditas de morocho, pasteles de gallina, natillas, cocadas, quesadillas y otros dulces.
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Además de carretillas y quioscos que atendían al paso a los transeúntes y por carecer de identificación comúnmente los llamaban resbaladeras, hubo lugares de gran concurrencia que siguen en la memoria porque se identificaron a plenitud con el folclore que trata sobre las comidas y bebidas: el ergológico.
Los establecimientos ubicados alrededor de la plaza Rocafuerte, entre el depósito de bomberos Salamandra y los almacenes de A. Begué; el de Clemente Ballén y Chimborazo; Capitán Nájera y Eloy Alfaro; y los de la avenida Rocafuerte frente a la Proveedora, en el sector de La Planchada.
También atendieron por mucho tiempo los negocios de Colón y Chile, Pedro Carbo entre Sucre y Diez de Agosto, Santa Elena y Diez de Agosto. En el Directorio Comercial del Ecuador (1936) se anuncian los locales de La Resbaladera, tanto de los herederos de Ludeña como de R. Vargas.
Hubo otros expendios en populosos barrios y el Malecón, donde se concentraban jóvenes y adultos en pos de una atención que muchos todavía los añoran.
En nuestra urbe existen algunos sitios que conservan la tradición de preparar la chicha de arroz, aunque en muchísimos hogares prefieren la tarea más rápida y dan cabida a las bebidas gaseosas, los refrescos en polvo y otros preparados que muy poco se acercan al sabor de aquella. Si los guayaquileños de décadas pasadas acudieron a saborearla en las tiendas de la familia Vanegas, los de ahora tienen la oportunidad de revivir emociones o conocerla en La Parada, de Roberto Evangelista, en García Moreno entre Luque y Aguirre; y la Chicha Resbaladera, de Gustavo Ramos, en Rumichaca y Nueve de Octubre. En algunos centros comerciales se sitúan las carretillas de Juanito, el Chichero.
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De igual manera, en los quioscos ubicados en Seis de Marzo y Gómez Rendón, y de Eloy Alfaro y Colombia, de los numerosos comercios que existen y en los que continúa vigente la receta de antaño y solo ha cambiado el valor del vaso, pues si antes se pagó “medio” (0,05 sucres), después 20 y 30 centavos de sucre, actualmente su valor está entre los 25, 30 y 60 centavos de dólar.